El pasado 30 de abril, se celebró el día del niño. Otro de esos días completamente “comerciales”. Como el día del amor y la amistad, la navidad y el día de reyes.
Fechas inventadas por las empresas y los comercios, para que los ciudadanos sacien su sed de consumismo y gasten hasta lo que no tienen.
Como si el bombardeo de productos chatarra que nos anuncian en la televisión todo el año no fuera suficiente, este día chicos y grandes son presas de los burguer king, mc donalds y otras franquicias de comida chatarra.
Ahí la respuesta a que seamos un país diabético e hipertenso y a que cada vez a edad más temprana, los niños tienen enfermedades del corazón o del hígado, por el excesivo consumo de grasa.
Este tipo de días, en vez de decir ¡Feliz día del niño! y hacer algarabía y regalarles objetos a los pequeños, deberíamos de ponernos a reflexionar y a pensar, qué futuro les estamos heredando a nuestras nuevas generaciones.
Hace tres días, fue otro día perdido para hacer conciencia de que hay muchos niños que no tienen ni para comer, que sufren maltratos e injusticias y que son explotados laboral y sexualmente.
El 30 de abril, debiera de celebrarse sin regalos caros o evitando consumir comidas rápidas. Debiera ser una ocasión para que los niños en la escuela y en el hogar, fueran solidarios y empáticos con aquellos niños que desafortunadamente viven en la miseria.
Los niños son el futuro de México. Los padres deben hablarles de la responsabilidad y lo afortunados que son de poder acceder a la educación.
Deberían hacerlos niños pensantes y no solo ponerlos a ver caricaturas. Para que en un futuro defiendan sus derechos y luchen por ideales, de esta manera nuestro país no estaría en la situación en la que se encuentra.