Ellas y ellos han puesto el grito en el cielo y ahora ven en los medios de comunicación el único recurso para sacudirse los caprichos, los antojos y la frivolidad de los nuevos inquilinos del Congreso de Tamaulipas, que en algunos casos rayan en el vedetismo y en la frivolidad.
Y es que aunque los legisladores que estrenan curul empezaron bien, pues se les nota activos, ganosos y echados para adelante, sus traumas y el poder ya les produjeron mareos, al grado de que se antoja que no se tocarán el corazón para violar los derechos laborales.
Y cómo no, si la seguridad laboral de las secretarias y de otros trabajadores del órgano colegiado está en peligro y, eso, atenta contra quienes por necesidad o, por vocación, han permanecido al lado de los diputados locales en las duras y en las maduras.
Cuentan, algunos, con hasta más de 20 años de servicio y a muchos de ellos los conozco como a la palma de mi mano, por eso puedo decir que ha sido la fidelidad la palabra que ha caracterizado su labor, gracias a lo cual se han ganado la confianza y el respeto del legislador en turno.
Pero hoy se sienten preocupados, incómodos y alarmados por las versiones que circulan entre integrantes de la fracción parlamentaria del PAN en la cámara de que habrá reacomodo de personal porque “no son de fiar”, en razón de que la información que manejan es clasificada, secreta y muy importante para el pueblo de Tamaulipas, lo que de entrada produce risa y, de salida, sonoras carcajadas.
Algunos de ellos –los empleados- operan desde los tiempos de Américo Villarreal Guerra en el recinto parlamentario, entre los que figuraron elementos que a base de esfuerzo y sacrificio coronaron sus sueños con una carrera universitaria y quienes hoy son funcionarios importantes en el ramo judicial dentro del organigrama burocrático del gobierno de Tamaulipas.
Ejemplos hay muchos, pero como ellos nada tienen que ver con este asunto mejor es respetar su nombre y su privacidad y animarlos para que sigan caminando firme por el sendero del triunfo y que se consoliden como profesionistas que son.
Y es que según una versión que suena fuerte y que ya les produce nerviosismo y hasta insomnio, los integrantes de esa compacta fracción azul le entregaran al presidente del órgano colegiado, Ramiro Ramos Salinas, un oficio en el que le solicitan que personal de base
–secretarias y otros trabajadores- sean remplazados por quienes si gozan de entera confianza.
El argumento que esgrimen es que son “orejas del PRI” y que por lo tanto la fuga de información se convertirá en un vicio cotidiano, lo que a vista de todos es irrespetuoso, vulgar, totalmente grosero, y que solo puede tener espacio en una mente desequilibrada y paranoica.
Y no solo son los panistas, también entre la fracción del PANAL se cuecen habas, porque por lo menos en esa tarea de perjudicar a los trabajadores de base los dos partidos harán causa común.
Muchos empleados con larga antigüedad toman ya al Congreso de Tamaulipas como su casa porque han visto crecer y morir a varios de sus moradores y ha sido en ese lugar donde han brotado sus arrugas y sus canas y, no ha sido por ganas.
Qué culpa tienen ellos de que los nuevos inquilinos sufran delirio de persecución, alucinaciones y que vean en el rostro de cada trabajador a un enemigo potencial.
Mejor que se dediquen a trabajar y que dejen a un lado las ligerezas.
Porque, existe un Dios.
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