Después de toda la basura cinematográfica que ocupó la cartelera de diciembre, el buen cine empieza a disfrutarse poco a poco con las ofertas de enero. Por fortuna, esta semana una cinta me llevó a otra, ambas gratas y ampliamente disfrutables.

“Las Curvas de la Vida”, una película protagonizada y producida por Clint Eastwood nos mantenía a la expectativa para ver si lograba llegar a proyectarse en Ciudad Victoria, porque como sucede en muchos casos, solo llegan las muy taquilleras que se multiplican como una plaga en todas las salas.

Por fin, esta semana fuimos a disfrutarla, pero el joven de la ventanilla estaba tan apurado por cumplir con todo el protocolo que la empresa les impone recitar (ofreciendo con descarada insistencia cooperar con su asociación altruista donando cinco pesos), que equivocó las entradas y nos dio, para una película de terror.

Nos percatamos del error cuando la sala estaba a reventar de chamacos inquietos, así que cuando salimos para aclarar la confusión, felizmente nos pasaron a la sala correcta con unos pases gratis como disculpa. Pero estos solo podían usarse durante la semana, así que nos apuramos a buscar otra película para regresar lo antes posible a hacerlos efectivos.

Alguien me recomendó ir a ver “Una aventura extraordinaria”, con la advertencia de que me encantaría, aunque su título y sinopsis no fueran atractivos y si muy convencionales. En la cartelera aparecía como una película para niños, en tres salas y en dos de ellas en 3D (una muy mala señal que anuncia ser una película taquillera comercial y con poco arte cinematográfico).

Sin embargo, busqué algunas críticas que no me animaron tampoco mucho, sin embargo, nos aventuramos a ir más en el empeño de usar nuestros pases que en ver una buena película, cuyas posibilidades de calidad se habían agotado en esa semana con la oferta de “Las curvas de la vida”, que no es una película extraordinaria pero si muy en el estilo de Eastwood con ese encanto de viejo gruñón que no solo logra reflejar la vejez sino las posibilidades infinitas del amor y la fe.

Al llegar a la sala para ver “Una aventura extraordinaria” nos encontramos de pronto rodeados de niños y con un preámbulo de cortos de películas infantiles. Pero cuando inicio la función, el encanto de las imágenes me produjo una especie de abstracción que olvidé el mundo real y me dejé llevar por la historia que de principio a fin fue, sí, extraordinaria.

El título original de la cinta en inglés es “Life of Pi” dirigida por Ang Lee; pero el título en español, como sucede en la mayoría de las ocasiones, no le hace justicia, aunque si es extraordinaria la película, creo que es poco ingenioso para su profundo contenido cinematográfico.

La película cuenta la historia de Pi un náufrago hindú que vive cerca de 250 días a la deriva en el Océano Pacífico en un bote conviviendo o sobreviviendo con un tigre de Bengala. La cinta, aunque de factura norteamericana cuenta una historia muy en la filosofía hindú, llena de fe, de amor y esperanza, donde no hay acontecimientos ni finales predecibles; sino permanentes enseñanzas acerca de la vida.

Con una carga de reflexión filosófica y racional, difícilmente podría decirse que esta es una película para niños, si bien carece de escenas de sexo, si las hay de violencia y angustia, además de que su carga discursiva obliga al espectador a pensar y deducir el contenido real de lo que ahí se ha contado. No tiene escenas de fantasía, pero si fantásticas; la fauna que aparece en la historia la mayoría de las veces es voraz y sangrienta, poco amigable y nunca domesticada, pero permite mostrar la belleza del mundo animal.

Pi, el personaje principal, es representado por actores de diversas edades y ninguno desmerece con su actuación, al igual que lo hace el tigre de Bengala, del cual termina uno enamorándose.

Pero sin duda el regalo más extraordinario de la cinta son los paisajes naturales, tanto los de la India como los de mar abierto, donde a pesar del drama del naufragio podemos disfrutar de las maravillas del mar, la fuerza de las tormentas, los peces, las aves, las noches y la isla flotante, un lugar donde las bellezas naturales se multiplican.

“Un aventura extraordinaria” es una película que los amantes de la naturaleza y el buen cine deben ver y disfrutar sin mayores pretensiones que ver una bonita película. Todos los regalos que usted encuentre en ella serán parte de la sensibilidad que cada uno de nosotros poseemos de manera intima.

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