Resulta, ahora, que hasta el saludo le han retirado ellos a la prensa, de la que se esconden, de la que huyen, como si fueran potenciales enemigos.

Aquellos días de convivencia, de camaradería, de papachos y besos de pronto se congelaron y, eso, sorprende, preocupa he incomoda, porque los periodistas también tienen su corazoncito.

Y es que la veda electoral vino a provocar que la relación entre funcionarios estatales y federales y los comunicadores se enfríen, pero se peca en la exageración cuando ellos ponen pies en polvorosa cuando detectan a lo lejos a un reportero, quién tal vez solamente pretenda estrechar su mano como es propio en un ciudadano educado que busca  desear un buen día.

Pero no, ni a eso se prestan por el temor de que exista algún testigo de por medio que suelte el chisme, que le dé mayor dimensión a un acercamiento casual, en fin más importancia que la que en realidad tiene.

Son tan precavidos ellos, los funcionarios, que hasta cuidan los colores con los que se visten, por aquello de que se les pueda identificar con algún partido político, candidato o vaya Usted a saber con quién.

Y pensar en una entrevista está en chino, toda vez que tienen totalmente prohibido soltar la lengua en cuanto al trabajo que desarrolla su dependencia, algo sobre lo que están muy pendientes los detractores del PRI, esos que planean con las alas abiertas al ras de los edificios públicos como buitres, con el pico abierto y con el ojo pelón para detectar a sus víctimas en plena faena.

Pero todo eso no queda ahí, puesto que hasta los cajones que sirven para estacionar vehículos en los sitios públicos cercanos a las dependencias federales ya permanecen vigilados por guardias, quienes tienen la consigna de poner orden.

Así es, ningún vehículo privado con logotipo de un partido político o  publicidad de algún candidato adherida a sus cristales puede estar estacionado a tres metros de una dependencia, por aquello de que se pueda caer en malas interpretaciones.

Simplemente y, con cortesía, los guardias le solicitan al dueño del vehículo que lo retire por las buenas, para no optar por las malas.

Obvio, es, que algunos automovilistas se molestan, sobre todos aquellos que simpatizan con los candidatos a alcaldes en Ciudad Victoria, Gustavo “Fray Escoba”, y con el émulo de “Chayanne”, o sea Arturo Soto Alemán.

Es, tan exagerada esta veda electoral, que lejos de unir, está desuniendo y desalentando a los ciudadanos que a estas alturas ya eligieron a su candidato con base a su carisma, a su oferta política, a su trabajo y a muchas otras cosas más.

Exagerado, es, que se sea tan rígido durante un proceso electoral que por las condiciones en que se da es distinto, único, sin igual, porque esa veda electoral distrae, desanima y aleja a los electores de la cita que tienen pendiente el mes que viene.

Lo que no se entiende es cómo, por ejemplo, a Gustavo Cárdenas Gutiérrez, abanderado del Movimiento Ciudadano, se le ha visto en el interior de dependencias estatales en horas laborales y nadie dice este dulce es mío, lo que significa que el suelo no está tan parejo.

Y es que mientras los funcionarios del PRI se ajustan a la “operación zipper”, el candidato naranja es tolerado y sin importar día, hora, el  lugar y la veda, continúa barriendo parejo como “La India María”.

Lo bueno, es que la veda electoral es temporal.

Lo malo, es que ya hartó a los electores.

Quienes son los que el 7 de Julio.

Tendrán, la última