México atraviesa un momento crítico en el que el respeto por las garantías individuales, los derechos humanos y la libertad de expresión se pueden cuestionar después de los sucesos ocurridos el pasado 1° de diciembre en la capital del país. Los hechos se han divulgado en diferentes versiones: la “oficial” que manejan los medios masivos de comunicación; la hecha por periodistas independientes en internet y la que se comparte en las redes sociales. Aunque las posturas, las explicaciones y la presunción de los responsables del uso desmedido de la violencia como medio de sancionar a los que protestaban son muchas, todas apuntan a que la libertad de expresión puede ser ya no solo censurada sino también criminalizada.
En el sentido etimológico la palabra ‘democracia’ significa gobierno del pueblo, sin embargo democracia en un sentido más amplio es también la participación del pueblo en las decisiones del gobierno y apertura a todas las voces y opiniones ciudadanas. Lamentablemente en el ejercicio de la tolerancia y el dialogo las autoridades aún tienen mucho por aprender porque pese a los discursos de modernidad y de haber dejado atrás un pasado donde reina un amplio historial de represiones y censura a las voces que disienten del gobierno tal parece que la práctica de la violencia y de sembrar el miedo como medio de control aún sigue dentro de su manual del ejercicio del poder.
Las detenciones del pasado 1° de diciembre hechas en su mayoría de manera arbitraria solo dan cuenta de lo ignominioso que fue el arranque de un sexenio que a un buen número de mexicanos despierta suspicacia por el historial del ahora Presidente y del pasado del partido político del cual proviene. Y es a la sombra de estos acontecimientos que su imagen se ha difundido no solo a nivel local, sino también en la prensa y en la impresión internacional.
El derecho a la libertad de expresión no se puede mermar aunque ésta disienta de las posturas de un gobierno o de una ideología; manifestar una opinión no debe ser perseguido porque de la libertad de pensamiento, crítica y reflexión social es de lo que se conforma la consciencia y la participación ciudadana en una nación que se presume democrática.