Con su naricita arrugada creo de hartazgo, me aborda una querida amiga que tenía tiempo sin ver y antes del abrazo de año nuevo tardío, me dice – we me subí a una de esas cosas que transportan gente que no tiene carro y fue un horror. Debo decir que mi amiga, en su vida había abordado un microbús en Victoria, pues goza de un estrato social aceptable.
Bastante apenado, le dije que esa experiencia la hemos tenido todos, quienes en alguna ocasión hemos viajado en las chatarras que tenemos por transporte público en la ciudad y que no debía darle vergüenza estar tan enojada por el servicio que estos animales, que torpemente, el torpe subsecretario del transporte Manuel Ibarra Martínez llama concesionarios, ya que ella solo expresa lo que todos pensamos.
Primera Caída… Estamos en el hoyo.
Desde que supe del aumento en boca de las autoridades, que más que funcionarios, parecen cómplices de la bola de rufianes que traen azoradas las rutas del transporte en Victoria, quería escribir algo del tema, y mi amiga sin querer me dio el mejor ángulo posible, pues en su discurso, el subsecretario del transporte dijo que no solo los ciudadanos de “a pata” padecían a los malos choferes de unidades públicas, sino también aquellos quienes jamás han puesto un pie en ellas. Seguro él viaja todos los días en micro.
Decía mi amiga, – como es posible que la gente se acostumbre a ir como vaca en corral, porque además de la música estruendosa, los choferes manejan como diablos. Le respondí que en ocasiones no queda de otra, yo mismo me he subido y he visto como tratan a la gente; desde luego que esos simios a la menor provocación son capaces de golpear al pasajero.
Segunda Caída… La verdad si fue una mentada.
Dejando de lado la frustración que muchos ciudadanos sentimos por el tema de los aumentos y el estado de indefensión en que estamos por parte de las autoridades que solo ven en las tranzas su meta, yo diría que el incremento, que manejaron por abajo del agua desde el año pasado, fue una reverenda mentada de madre para las clases más jodidas. Incluidos reporteros y burócratas.
Cuando platiqué con Ramón Hernández Manríquez en diciembre del año pasado, el líder de los microbuses verdes se veía tranquilo, decía esperarían con paciencia a que la autoridad les diera luz verde al aumento, a mí se me hizo rara tanta complacencia de un gremio que históricamente ha sido conflictivo a más no poder. Le cuestione entorno a las quejas de los usuarios, que hartos de pan con lo mismo, estaban exigiendo que pusieran un alto a los malos manejos en el transporte público.
Obviamente el señor se molestó cuando le dije, qué quien nos garantizaba, que iban a arreglar sus chatarras o que iban a controlar a los choferes que causan más choques que todos los briagos de Victoria juntos, me respondió que esta vez iba en serio – ¿ósea que las otras eran en broma? – y que quién no se sujetara a la modernización y a los trabajos de capacitación estaría en serios problemas. Uy sí.
Tercera Caída… Además se están amparando los angelitos.
Lo que Ramón Hernández no me dijo, es que muchos de los concesionarios, luego que obtuvieron el aumento, están buscando ampararse para no cumplir con la modernización que exige el Gobierno de Tamaulipas, lo cual si me lo permiten, diré que es una jalada más fea que el incremento en sí. Pero con la complacencia de las instancias oficiales todo se puede esperar y a los ciudadanos que nos muerda un perro callejero, de esos que dice el ayuntamiento no hay en Victoria.
En fin, sigamos entonces disfrutando del agradable servicio de transporte público, de la música enriquecedora y de los amables choferes, y si en alguna de las calles citadinas te dejan tirado por arrancar antes de que bajes ó se te atraviesan y te hacen chocar, miéntasela al subsecretario del transporte y dile que jamás le darás tú voto pa que llegue a diputado. ¡Qué caray!
Nos vemos en la próxima… Caída.