El pasado domingo Enrique Peña Nieto declaró que lamenta que México ocupe el primer lugar en obesidad a nivel mundial e hizo la recomendación a los mexicanos para que llevaran una dieta balanceada e incorporaran algún tipo de deporte a su rutina diaria. La obesidad en México es un problema que cuesta a los institutos de salud pública enormes cantidades de dinero por las enfermedades que se derivan de ella tales como la diabetes, la hipertensión, problemas cardiovasculares, gastrointestinales entre muchos otros tanto físicos como emocionales.

En México la obesidad es un problema de salud pública que afecta a aproximadamente la tercera parte de los mexicanos y representa un gasto del 7% del presupuesto anual destinado a salud. Pese a las campañas preventivas de diabetes y colesterol y las que promueven incorporar el ejercicio a la vida diaria algo no funciona bien, ya que de ser el segundo país con mayor número de obesidad México ya rebasó a Estados Unidos y ahora ocupa el primer lugar dentro del conteo mundial.

¿Qué pasa con México?, ¿es que a los mexicanos no les importa el sobrepeso y se han dejado “engordar” de forma indiscriminada? A mi parecer el mexicano sí se preocupa por su peso y su apariencia, no en balde hay una gran cantidad  de publicidad en televisión que tiene que ver con productos y aparatos que reducen tallas al instante o con el mínimo esfuerzo. Y si estos productos se anuncian es que tienen demanda, es que los mexicanos los buscan y que están conscientes que deben bajar de peso o al menos aparentar que lo hacen. Entonces ¿qué hace falta para que los índices de obesidad en México bajen?

Como siempre, el primer recurso es buscar culpables: que si la cercanía con los EU, la cantidad de comida chatarra y las bebidas con altas cantidades de azúcar, la comida rápida o la fritanga tan cercana al paladar de todos los mexicanos. Pero más allá de buscar a quien culpar es analizar por qué resulta más atractivo consumir comida chatarra o comida rápida que llevar una dieta balanceada que incluya frutas y verduras. Porque en gran medida los hábitos alimenticios y la comida que consumimos es producto de nuestra elección, la cual a veces se inclina más por lo rápido y económico que por el consumo de un platillo balanceado. ¿A qué se debe esto? En mi experiencia laboral y de la temporada que fui vegetariana he observado que el ritmo de trabajo afecta directamente en los hábitos alimenticios, a pocas personas se les otorga una hora de comida en la cual puedan buscar  y consumir algún platillo rico en nutrientes, fibra y cereales. Sin embargo siempre estará cerca la comida rica en carbohidratos y grasas que por una módica cantidad de dinero llena el estómago y calma la ansiedad. Porque cabe destacar que los restaurantes de ensaladas y comida saludable son considerablemente costosos a comparación del carretón de la esquina que siempre tendrá la fritanga al alcance de cualquier bolsillo.

Por otro lado está la incorporación del deporte o el ejercicio a la vida diaria de los mexicanos. Actualmente el problema del sedentarismo en la población infantil es alarmante, en Cd. Victoria cada vez son menos los niños que se les puede ver echando “la cascarita” en la calle o simplemente jugando en la banqueta. Lamentablemente la inseguridad ha hecho que las calles ya no sean ese espacio de juego que mantenía a los niños en movimiento. Y si tenemos una infancia sedentaria será difícil que estos niños tomen la iniciativa de ejercitarse en un futuro. Además que los espacios públicos dedicados al deporte y los parques  que están más allá del primer cuadro de la ciudad se encuentran en un notable abandono y poco aptos para que las personas se animen a salir de su casa y hacer ejercicio.

En lo particular creo que más allá de lamentar que México sea el primer lugar en obesidad a nivel mundial y dar unas cuantas recomendaciones sobre modificar hábitos de ejercicio y alimentación como hizo EPN hace unos días, es analizar desde diferentes aristas el problema de la obesidad en México. No solo es juzgar y lanzar campañas y campañas si no hay un soporte que investigue el problema de raíz tanto desde el ámbito de la salud, el sociológico, psicológico, laboral y financiero. Porque comprendiendo y analizando el problema se puede realizar una buena campaña y así crear consciencia en la población mexicana acerca de la gravedad, la prevención y el tratamiento de este problema de salud pública.