El futbol es algo más que un deporte. Algunos sociólogos lo ven como un “hecho social total”, así lo denominan, por las masas que arrastra y los sentimientos que provoca a sus seguidores.
Los futbolistas, son como una especie de gladiadores del mundo moderno, que brindan diversión a los asistentes. La diferencia es que los jugadores actuales, ganan mucho dinero y no ponen en riesgo su vida, como en la antigua roma.
El futbol en México, representa para muchas personas y familias enteras, la diversión y distracción de un fin de semana. No cuesta dinero disfrutar del mismo, con tan solo prender el televisor podemos observar un partido.
La selección mexicana, es esa válvula de escape al México inseguro, desempleado y de gobiernos y políticos corruptos. No respeta clases sociales, ricos y pobres se unen entorno a una camiseta, como en ningún otro escenario lo harían.
Los abismos sociales que hay entre un elotero y un empresario adinerado, desaparecen por 90 minutos. Aunque después la cruel realidad ponga a cada quien en su sitio.
Esa es nuestra precaria actualidad, la de emocionarnos con un mísero juego de futbol en nuestras casas, porque afuera, en las calles obscuras y tenebrosas, nos acecha una realidad escalofriante, que es la de la violencia.
Mientras tanto Peña Nieto se va de gira y vuelve a ignorarnos a los tamaulipecos. Aunque en los periódicos y en los noticieros digan lo contrario.
Maldita realidad, dirán muchos. México empato 0-0 con la selección de Costa Rica, ya ni en el futbol ganamos nada, ni eso podemos celebrar. ¡Que mediocridad!
Ridículamente esa es nuestra esperanza, que el futbol nos dé alegrías, que sea nuestra esperanza, nuestra ilusión, porque en temas de verdadera relevancia para los ciudadanos, los que nos gobiernan, solo nos atormentan.