La grasa que se distribuye y acumula en nuestro organismo es conocida como adiposidad. La adiposidad influye en nuestra apariencia; por ejemplo, dos personas con el mismo peso pueden lucir una figura diferente en función de su altura y la presencia o ausencia de adiposidad, principalmente en el vientre o en otras partes del cuerpo. La concentración de adiposidad alrededor del vientre es considerada un factor de riesgo para diabetes y enfermedades del corazón.

Sabemos que la adiposidad de cada persona está influenciada por factores hereditarios, así como por el consumo de alimentos y la actividad física; no obstante, existen otras causas menos exploradas que influyen en ella, como la exposición a contaminantes ambientales, en particular a diversos metales.

Existen algunos metales que son necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, como el zinc y el molibdeno; sin embargo, muchos otros ocasionan daños a nuestra salud. En nuestra vida cotidiana estamos en contacto con varios metales tóxicos sin siquiera notarlo y nos exponemos a ellos por diferentes fuentes, incluyendo nuestra área de residencia. Por ejemplo, el agua puede contener arsénico, mientras que el aire contaminado puede transportar partículas de cadmio, plomo y níquel. Asimismo, algunos alimentos, como los mariscos, acumulan cadmio y mercurio. Además, varios productos de uso diario, como pinturas o cosméticos, contienen otros metales.

Con el objetivo de conocer más sobre la relación entre la adiposidad y los metales a los que estamos expuestos, un grupo de investigadores en el Instituto Nacional de Salud Pública realizamos un estudio con alrededor de 400 mujeres adultas que viven en algunos estados del Norte de México, la cual es una región de gran interés debido a la presencia de varios complejos metalúrgicos que hacen que nuestro país sea uno de los principales productores de plata, oro y cobre.

En dicho estudio evaluamos la adiposidad de las mujeres a través de tres indicadores, conocidos como: índice de masa corporal, razón cintura/cadera, y razón cintura/altura. Además, medimos la presencia de 19 metales en una muestra de orina de cada participante. Utilizando herramientas estadísticas, relacionamos las concentraciones de varios metales con los indicadores de adiposidad. Interesantemente, y de manera general, observamos que las mujeres con menor índice de masa corporal tuvieron mayores concentraciones de plomo, molibedno y magnesio en la orina, mientras que aquellas con menores medidas de cintura/cadera y cintura altura tuvieron más arsénico, níquel, cadmio y aluminio, entre otros metales.

Si bien cada uno de nosotros puede tomar decisiones sobre su estilo de vida, la presencia de contaminantes en el ambiente está fuera de nuestro control. Por lo anterior, es importante llevar a cabo este tipo de investigaciones, que constituyen un primer eslabón para avanzar en el entendimiento de cómo operan estas sustancias en el organismo y, por el momento, brindar evidencia de la relación entre la exposición ambiental a metales y la adiposidad en mujeres mexicanas.