Teherán.- Tras la muerte este viernes del general iraní Qasem Soleimani, líder de la fuerza de élite de la Guardia Revolucionaria (Quds), provocada por un ataque de Estados Unidos en Irak, Irán prometió una «venganza severa».

El ataque contra Soleimani —que se produjo en el aeropuerto de Bagdad, Irak— fue ejecutado por «orden del presidente» Donald Trump, según confirmó el Pentágono.

La muerte de quien era considerado el segundo hombre más poderoso en Irán después del ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, fue confirmada también por la Guardia Revolucionaria de Irán.

El ataque, señala la principal corresponsal internacional de la BBC, Lyse Doucet, propiciará una «escalada en una situación que ya es extremadamente tensa y volátil».

Y es que Soleimani no solo era la figura militar más poderosa del país, considerado como el cerebro estratégico detrás de la enorme ambición de Irán en Medio Oriente, sino también el verdadero canciller, en temas de guerra y paz, agrega Doucet.

Quién era Qasem Soleimani, el poderoso y temido jefe de la Fuerza Quds de Irán

Qasem Soleimani forjó su reputación de hombre aguerrido durante los ocho años que duró la sangrienta guerra entre Irán e Irak, en la década de 1980, cuando comandó una de las divisiones del Ejército iraní.

Entonces, entre otras cosas, se hizo conocido por encabezar misiones de reconocimiento dentro del territorio enemigo. Fue nombrado comandante de división cuando aún no había cumplido los 30 años.

Décadas más tarde, se hizo visible por el destacado papel que tuvo durante la reciente guerra contra el autodenominado Estado Islámico en Irak y Siria, tras la cual Teherán ha logrado ampliar su peso y su red de influencias en la región.

En la madrugada de este viernes, Soleimani murió durante un bombardeo de Estados Unidos contra del vehículo en el que se desplazaba cerca del aeropuerto de Bagdad.

El Pentágono confirmó que ejecutó el ataque «por orden del presidente» Donald Trump.

Por qué EE.UU. mató al general de Irán

Qasem Soleimani murió en un ataque de Estados Unidos cerca del aeropuerto de Bagdad, en Irak. La muerte del general Qasem Soleimani, el comandante de la fuerza élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, supone una escalada dramática en el conflicto entre ese país y Estados Unidos. Y podría tener consecuencias considerables.

Se esperan represalias. De hecho, se podría desencadenar una serie de acciones y venganzas, acercando a los dos países a una confrontación directa.

El futuro de Washington en Irak podría ser cuestionado, y la estrategia del presidente Donald Trump para la región —si acaso tiene una— puesta a prueba como nunca antes.

Philip Gordon, quien fue coordinador de la Casa Blanca para Medio Oriente y el golfo Pérsico durante el gobierno de Barack Obama, describió la muerte de Soleimani a manos de Estados Unidos como poco menos que una «declaración de guerra» por parte de los estadounidenses hacia Irán.

El grupo élite Quds es una de las ramificaciones de las fuerzas de seguridad iraníes para operaciones en el extranjero.

Durante años, ya fuera desde Líbano, Irak, Siria o desde cualquier otra parte, Soleimani ha sido clave a la hora de expandir la influencia de Irán mediante la planificación de ataques o el refuerzo de aliados locales de Teherán.

Para Washington, era un hombre con las manos manchadas de sangre estadounidense.

Pero era popular en Irán. Y, en términos prácticos, lideró el contraataque de Teherán contra la amplia campaña de presión y las sanciones impuestas por Estados Unidos.

Lo que resulta más sorprendente no es que que Soleimani estuviera en la mira del presidente Trump, sino que el ataque haya ocurrido precisamente ahora.

Una serie de ataques menores con misiles contra bases militares estadounidenses en Irak fueron atribuidos a Teherán. Un contratista civil estadounidense murió.

Pero todas las operaciones iraníes previas —contra petroleros en el golfo, el derribo de un vehículo aéreo estadounidense no tripulado, incluso el mayor ataque contra una instalación petrolera saudita— ocurrieron sin una respuesta directa por parte de Estados Unidos.

En cuanto a los ataques con misiles contra bases estadounidenses en Irak, el Pentágono ya actuó contra la milicia proiraní que cree que está detrás de ellos. Eso provocó un asalto a la embajada estadounidense en Bagdad.

Al explicar la decisión de matar a Soleimani, el Pentágono no solo se centró en sus acciones pasadas, también insistió en que el ataque fue disuasorio.

Y que el general Soleimani, dice el comunicado del Pentágono, estaba «desarrollando activamente planes para atacar a los diplomáticos y miembros del servicio estadounidense en Irak y en toda la región».

Se espera que las tensiones aumenten en Medio Oriente tras la muerte de Soleimani.

Qué sucederá ahora es la siguiente gran pregunta.

Trump esperará que su acción dramática haya intimidado a Irán y a la vez demostrado a sus aliados cada vez más incómodos de la región, como Israel y Arabia Saudita, que el poder de disuasión de Estados Unidos sigue siendo grande.

Sin embargo, es casi inconcebible que no haya una respuesta dura por parte de Irán, incluso aunque no sea inmediata.

Los 5.000 soldados estadounidenses desplegados en Irak son un objetivo potencial obvio. Y también lo son otros representantes que ya han sido el blanco de Irán en el pasado.

Las tensiones aumentarán en el golfo. Es casi inconcebible que no haya una respuesta dura de Irán, incluso si no es inmediata. No es de extrañar que el impacto inicial haya sido un aumento de los precios del petróleo.

Estados Unidos y sus aliados buscarán la manera de defenderse. Washington ya ha reforzado su embajada en Bagdad. Es posible que planee incrementar su presencia militar en la región rápidamente si fuera necesario.

Pero es igualmente posible que la respuesta de Irán sea, en cierto sentido, asimétrica —en otras palabras, no solo ataque por ataque; bien podría intentar jugar con el amplio apoyo que tiene en la región— a través de los muchos poderes que Soleimani construyó y financió.

Podría, por ejemplo, renovar el asedio a la embajada de Estados Unidos en Bagdad, poniendo al gobierno iraquí en una situación difícil y cuestionando el despliegue de Estados Unidos en ese país.

Eso podría impulsar movilizaciones en otros lugares para cubrir otros ataques.

«Un hombre muy malo»

El ataque contra el comandante de la fuerza de élite Quds fue una clara demostración de la inteligencia y las capacidades militares estadounidenses. Muchos en la región no lamentarán su muerte.

¿Pero fue esto lo más sensato que pudo haber hecho el presidente Trump? ¿Cuán preparado está el Pentágono para hacer frente a las inevitables consecuencias?

¿Y qué nos dice este ataque sobre la estrategia de Trump en la región? ¿Ha cambiado ésta de alguna manera? ¿Hay una nueva «tolerancia cero» hacia las operaciones de Irán?

¿O se trató, simplemente, de la simple decisión de Trump de eliminar a un comandante iraní al que consideraba un «hombre muy malo»? (BBC)