Cuando los días se acortan y la luz solar disminuye, muchas personas experimentan cambios en su estado de ánimo sin entender por qué.
Esta alteración, conocida como trastorno afectivo estacional (TAE) o “depresión invernal”, afecta a millones cada año y puede provocar cansancio, tristeza y apatía.
Detectarlo a tiempo y entender cómo influye la falta de luz en nuestro cerebro es clave para prevenir sus síntomas y mejorar el bienestar emocional durante el invierno.
Trastorno afectivo estacional: ¿Qué es?
La llamada “depresión invernal”, conocida clínicamente como trastorno afectivo estacional (TAE), es una forma recurrente de depresión que aparece de manera cíclica durante los meses de otoño e invierno, especialmente después del cambio de horario.
De acuerdo con Skagit Regional Health, este tipo de depresión suele alcanzar su punto más alto en enero y febrero, cuando la exposición a la luz natural es menor.
Durante esta época del año, los días más cortos, la falta de luz solar y el aumento de los cielos nublados alteran el ritmo biológico del organismo, lo que puede afectar significativamente el estado de ánimo y provocar síntomas como tristeza persistente, apatía, fatiga o pérdida del interés en actividades cotidianas.
Síntomas del TAE: señales tempranas y cuándo pedir ayuda profesional
El TAE puede comenzar de forma sutil, pero si no se trata a tiempo, puede afectar la vida diaria. Según la Mayo Clinic, los síntomas más frecuentes del TAE con inicio en otoño o invierno incluyen:
- Cambios repentinos de humor.
- Fatiga constante y bajo nivel de energía.
- Alteraciones del sueño, como dormir demasiado (hipersomnia).
- Aislamiento social o pérdida de interés en actividades placenteras.
- Dolores musculares o malestares físicos sin causa aparente.
- Aumento del apetito, especialmente por alimentos ricos en carbohidratos.
- Subida de peso y episodios de comer en exceso.
Si estos síntomas se presentan durante dos semanas o más y afectan la vida cotidiana, es fundamental acudir con un especialista en salud mental.
¿Quiénes son más propensos a desarrollar TAE?
El National Institute of Mental Health (NIMH) estima que millones de personas en el mundo padecen TAE cada año, aunque muchas no lo reconocen. Este trastorno suele aparecer por primera vez en la adultez temprana, aunque también puede desarrollarse en otras etapas de la vida.
Algunos factores de riesgo incluyen:
- Sexo: Las mujeres son más propensas a padecer TAE que los hombres.
- Estación: La variante invernal es mucho más común que la de verano.
- Ubicación geográfica: Las personas que viven en zonas con inviernos largos y menos horas de luz solar —como Alaska o Nueva Inglaterra— tienen mayor riesgo que aquellas en regiones más soleadas, como Texas o Florida.
- Condiciones de salud mental: Quienes tienen diagnóstico previo de depresión mayor o trastorno bipolar tipo II tienen más probabilidades de desarrollar TAE.
- Otros trastornos asociados: El TAE suele coexistir con afecciones como TDAH, trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad o trastorno de pánico.
- Factores genéticos: La predisposición hereditaria también influye. Las personas con antecedentes familiares de depresión o esquizofrenia pueden ser más vulnerables.
¿Se puede prevenir el TAE?
Una de las características del TAE es que tiende a aparecer en la misma época cada año. Esto permite anticiparse a los síntomas y reducir su impacto con medidas preventivas.
Quienes padecen el patrón invernal pueden comenzar la prevención a inicios de otoño, mientras que aquellos con el patrón veraniego deberían hacerlo en primavera.
Las estrategias pueden incluir terapia de luz, ajustes en el estilo de vida o incluso medicación preventiva bajo supervisión médica.
Aunque los estudios sobre prevención aún son limitados, los especialistas coinciden en que actuar antes de que aparezcan los síntomas mejora el pronóstico.
Diseñar un plan personalizado con ayuda profesional puede marcar la diferencia en la frecuencia e intensidad de los episodios depresivos.