Las manos acostumbran a ser un fiel reflejo de nuestra edad y del estilo de vida que seguimos. Al mismo tiempo, son de las primeras zonas donde se percibe el paso de los años.

Pero su importancia no tiene equivalente en el trato que les damos.

Las manos suelen ser las grandes olvidadas de los cuidados diarios y lo más frecuente es que no veamos la necesidad de mimarlas hasta que empiezan a mostrar un aspecto envejecido, se resecan o pierden la firmeza de la juventud.

Sin embargo, deberían recibir un trato especial y formar parte de nuestros buenos hábitos y rutinas por motivos muy evidentes.

Por qué cuidarlas

El primer motivo es que las manos siempre están a la vista, y son, junto con el rostro, una de las zonas más expuestas continuamente a agresiones externas. Estas provienen básicamente del medio ambiente, como el sol, el frío, el calor y los cambios de temperatura, o bien por el contacto con sustancias o productos químicos. El resultado es que, con el paso del tiempo, todo ello da lugar a una rugosidad al tacto y a una piel áspera y seca.

El segundo motivo reside en las características propias de las manos: su piel es especialmente fina y frágil. En caso de descuidarla, pueden aparecer consecuencias, como manchas oscuras cutáneas.

Cómo cuidarlas de forma adecuada

Para tener las manos suaves y evitar el envejecimiento cutáneo prematuro, debemos recordar estos consejos básicos:

  1. Utilizar jabones suaves que respeten el pH de la piel a la hora de lavarnos las manos. Hay que tener presente que esta acción es una actividad diaria, por lo que resulta esencial elegir bien un jabón que se adapte a las condiciones de nuestra piel. Además, no hay que lavar las manos muy a menudo, y siempre debemos procurar hacerlo con temperaturas medias, es decir, agua fría o tibia, pues el agua caliente causa deshidratación. El secado también es importante, ya que la humedad es uno de los peores enemigos de las manos. Debe hacerse con cuidado y de forma suave, hasta secarlas por completo.
  2. Hidratar las manos lo más a menudo posible, a poder ser 3 o 4 veces al día y un mínimo de dos, una por la mañana y otra antes de ir a dormir. Hay que aplicar la crema hidratante con un suave masaje por toda la mano, incluyendo los dedos, para activar la circulación de toda la zona.
  3. Debe ser una crema especial para manos y se recomienda aplicar siempre al finalizar el día porque el descanso nocturno permite que la piel absorba los nutrientes y mejore su aspecto.

  4. Utilizar protección solar en las manos para prevenir el envejecimiento prematuro y las manchas que causan la continua exposición al sol, no solamente durante el verano, sino también a lo largo del resto del año.
  5. Procurar llevar siempre guantes al realizar tareas domésticas, idealmente de goma. De esta forma sencilla evitaremos que el detergente, el jabón y la tierra resequen la piel.
  6. Realizar una exfoliación de las manos una vez a la semana para eliminar las células muertas de la piel que se acumulan en la capa externa y que acostumbran a provocar una sensación de rugosidad desagradable.

Porque para una adecuada higiene de las manos, el agua y el jabón no son suficientes y con la exfoliación, nuestras manos adquirirán un aspecto suave y rejuvenecido.

Es aconsejable también realizar la manicura con regularidad, para cuidar manos y uñas, y conseguir una piel suave. Incluir en nuestra dieta proteínas y vitaminas E y B es una buena forma de ayudar a conseguir unas uñas fuertes y una piel sana e hidratada. Por otro lado, también debemos tener en cuenta que en invierno hay que tomar otras medidas adicionales para cuidar las manos.

Qué hacer ante la sensación de manos frías

Cuando la temperatura exterior es agradable, sentir las manos frías puede ser un síntoma de mala circulación de las extremidades. Este es un desequilibrio que debe tratarse de forma correcta y ante el que se pueden seguir estos remedios:

  1. Masajear las manos con algún aceite que aporte calor.
  2. Tomar bebidas calientes.
  3. Hacer ejercicio para activar la circulación.
  4. Abrigar las manos con tejidos naturales.

De todos modos, su causa también puede ser alguna enfermedad, por lo que es recomendable consultar con el médico.

Una buena hidratación de manos… y del cuerpo

Si hasta ahora hemos hablado de la importancia de cuidar las manos, ahora queremos ampliar el campo de visión y hablar de la piel, el mayor órgano del cuerpo y que tiene entre sus principales funciones actuar como barrera protectora.

Para mantenerla en perfecto estado, y al igual que con las manos, hay que asegurar una buena hidratación. Para lograrlo, debemos beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, seguir una dieta rica en verduras y frutas, descansar las horas necesarias, entre 7 y 8, así como utilizar lociones o cremas hidratantes. De este modo conseguiremos una piel sana y radiante, y evitaremos que la deshidratación provoque falta de vitalidad y arrugas cutáneas.