El relato de Anathan Briss es digno de un libro, pero serio, no como el de Joaquín Muñoz que solamente hablaba de los ligues que se daba por su tránsito en el país.
“Cuando éramos jóvenes estábamos muy pobrecitos los dos, eran los 70, yo lo conocí en la Ciudad de México, él tenía 18, me lo presentó una vestida llamada La Xóchilt, ella me lo presentó en su penthouse de Villalonguin. Fue cuando empecé a salir con él, nos íbamos a tomar el café, nos íbamos a comer, a veces no teníamos ni dinero. A veces nos íbamos al hotel del Prado y ahí había un señor que nos sacaba una tortita, mitad para mí y la mitad para Juan».
“Él componía muy bonito y me decía, todas estas canciones que compongo algún día las oirás en la radio. Ni yo le creía, Juan siempre estaba con una libretita y un lápiz escribiendo, recuerdo que se sentaba en las bancas de la Alameda acá en México y se perdía escribiendo. Ya con el tiempo, una vez que íbamos para Tlatelolco escuchamos su canción No tengo dinero en el camión y me dijo emocionado, ¿le digo al chofer que soy yo el que canta? Viví cosas maravillosas con él”.
“Juan Gabriel era muy guapo y estaba bien de todo, era una belleza de chamaco, tenía mucha suerte con los hombres. A veces nos quedábamos en un hotel de 30 pesos en San Juan de Letrán, y también nos íbamos a talonear al la esquina del Ángel de la Independencia. Nos dejamos porque él empezó a tener fama y ya no le convenía que nos vieran juntos”.
Sin embargo, la mejor parte de su romance lo vivieron en Acapulco. “Vivimos muchas historias en Acapulco, nos íbamos a la playa Condesa en donde estaban todos los gays, a las piedras, era una cosa maravillosa aquellos años, Juan no era famoso. En aquella época estaba de moda El Galery, una disco gay y nos encantaba ir a ahí por el show. Nunca lo voy a olvidar”.