La construcción de una tienda de la empresa trasnacional Walmart en terrenos aledaños a Teotihuacán ha originado polémica y manifestaciones de desaprobación tanto de los académicos como de la ciudadanía. Se ha acusado a funcionarios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de haber recibido sobornos para autorizar la construcción de dicha tienda en las cercanías de uno de los sitios arqueológicos más importantes de la cultura mexicana y que también es un sitio emblemático del pasado prehispánico de todo México. Estas acusaciones han sido negadas por el etnólogo Sergio Raúl Arroyo, director general del INAH quien ya interpuso una demanda en contra de quien resulte responsable de dañar su imagen.

Como a muchos mexicanos me interesa la protección del patrimonio histórico nacional y como egresada de la carrera de Historia admito que tengo un especial interés en que éste se salvaguarde y se conserve para su estudio y consulta. Para algunos la construcción de una sucursal de una de las empresas que ha sido objeto toda clase de críticas y que en su historial lleva varios casos de irregularidades simboliza el triunfo de la iniciativa privada, el capitalismo salvaje y el desplazamiento de la economía local sobre uno de los mayores símbolos de la identidad nacional.

Estoy de acuerdo en lo metafórico que llega a ser la situación y que sin duda la apertura de un supermercado afectará la economía local de una zona cuyo comercio tradicional es la de pequeñas empresas y vendedores locales; asimismo estoy de acuerdo que se debe exigir a los gobiernos e instituciones locales y nacionales la conservación del patrimonio cultural.

Este caso pone sobre la mesa varias implicaciones tanto políticas como de conciencia y defensa del patrimonio histórico. Sobre este tenor la defensa apasionada que muchos mexicanos muestran por Teotihuacán me sorprende, así como también me sorprende el activismo vía redes sociales que se ha generado al respecto. Sin embargo creo que defender el patrimonio histórico no solo aplica en el caso de Teotihuacán, sino también en prestar atención en lo que sucede con el patrimonio histórico de todo el país.

Por ejemplo, en los centros históricos de varias ciudades coloniales no es raro ver casonas antiguas convertidas en Oxxo, SevenEleven ó McDonalls y aunque son trasnacionales y también modificaron parte del patrimonio histórico edificado de México a nadie se le hace tan terrible. A nivel local, en Cd. Victoria es una lástima que cada vez vemos edificios antiguos demoliéndose para la construcción de estacionamientos; ó en el centro de Tampico, el cual tiene unos edificios impresionantes, es lamentable ver cómo se deterioran con los años hasta el punto que algunas autoridades han preferido demoler o tirar ornamentaciones antes que restaurar. ¿Dónde queda entonces nuestra defensa por el patrimonio histórico edificado?

Por otro lado, hablando de lo que compete a mi gremio, ¿qué hay de los archivos históricos locales? Porque aunque menos notorios a la vista de la sociedad, los archivos son una parte fundamental del patrimonio cultural e histórico ya que guardan información valiosa para la investigación del pasado. Pocos son los archivos históricos en Tamaulipas que se encuentran en condiciones óptimas para ser consultados, ya sea por las condiciones de almacenaje o por la falta de catalogación de los mismos.

Defender nuestro patrimonio histórico no debe quedar solo en defender los grandes sitios arqueológicos como Teotihuacán, sino también en crear conciencia en el patrimonio histórico local, en ubicarlo, conocerlo y promoverlo. Y para ello se debe dar una participación continua entre las autoridades y la ciudadanía.