Por: Alejandro Echartea
Es sábado por la tarde en el albergue del 10 y 11 Guerrero 714 del Centro de Integración para Alcohólicos y Drogadictos, AC (CIPADAC), es un día tranquilo y caluroso en el que Gilberto Rivera Ramírez, director general de esta institución, nos recibe para platicar de esta asociación, “el objetivo de nuestra institución es ayudar a todas aquellas personas que han caído en el problema del alcoholismo y drogadicción”.
Esta institución funciona como albergue y centro de rehabilitación y la cual consiste en un ciclo de internamiento por 90 días en donde se dan terapias de rehabilitación a quienes las soliciten, “llevamos un programa como el de Alcohólicos Anónimos –AA- en el que se manejan los 12 pasos. Son terapias de compartimiento, vienen los hermanos a apoyarnos por el lado espiritual, viene una psicóloga de lunes a viernes desde las 10 de la mañana a las 3 de la tarde en terapias individuales con los chavos para ayudarlos un poco más”.
En este lugar también se ofrece una terapia ocupacional en la cual se le enseña a los internos un oficio, “hay un proyecto –está en veremos- de hacer un convenio con el ITACE, primero Dios y ojalá y se realice porque eso va a abrir muchas oportunidades para los muchachos que aparte de salir rehabilitados de aquí van a salir preparados con un oficio ya sea soldadura, refrigeración –para arreglar aires acondicionados-, etcétera“, serán cursos de 180 horas en las que al final los internos contarán con un título que constará que se encuentran preparados para conseguir un trabajo en estas áreas.
“De hecho el objetivo de la institución es esa, después que se preparen varios chavos hacer un taller aquí mismo y así crearles un empleo para ellos mismos y un apoyo para la institución”.
En este alberge actualmente se atiende a 40 personas, 34 hombres y sólo 6 mujeres, “tenemos quince años con la institución –aquí en Victoria tenemos dos años apenas- y siempre se ha trabajado con mayor población de hombres”, cabe apuntar que durante el transcurso del año se mantiene un promedio de 40 internos en rehabilitación.
Un caso dramático
Gilberto Rivera recuerda el caso de Juan ‘N’ como uno de los más dramáticos que le han tocado presenciar. Se trata de un joven que hace siete meses terminó su periodo de rehabilitación, “la familia estaba cansada por su manera de ser, la familia optó por botarlo a la calle y el chavo estando en la calle empezó a hacer cosas peores como prostituirse, asaltar, robar, tantas cosas que vive uno en la calle cuando no tienes hogar y sientes que nadie te quiere, que no vales nada y tienes el autoestima hasta el suelo”.
“El chavo llegó un día aquí a pedir ayuda y se le pidieron datos, se le quiso hablar a la familia pero él dijo que su familia no quería saber nada de él y lo ingresamos, empezó a llorar, entró a las terapias hasta sus tres meses, ahorita al chavo se le ayudó y se le consiguió un trabajito, él no tiene oficio ni nada pero hay una persona que se ofreció a ayudarnos y le abrió las puertas de su negocio para ayudarlo a hacer serigrafía para que tenga un oficio”.
Gilberto menciona que Juan ‘N’ actualmente se encuentra muy contento y muy motivado ya que ha recuperado su autoestima, “lamentablemente el alcohol y la droga muchas veces te hacen hacer cosas, no hay conciencia y las haces como quiera, la gente no ve esto como una enfermedad, la ven como una chiflasón o un vicio pero nosotros sabemos que es una enfermedad y que es muy difícil dejarla por sí mismo”.
El testimonio de Gilberto
En este tenor y con mucho valor el joven Gilberto da testimonio de su caso personal, “yo tengo trece años sin consumir drogas ni alcohol, a veces vivimos cosas similares, en su momento yo también tuve todo el apoyo de mi familia pero la verdad estaba muy chavo y no me llamaba la atención recuperarme, había muchos problemas del pasado que eso fue lo que me afectó en mi adolescencia y fue que utilicé la puerta falsa”.
Apunta que hasta que llegó a las terapias de rehabilitación fue cuando empezó a ver de dónde venía el problema de su adicción, “son cosas que la mayoría de las veces yo no tenía el valor de platicarlas o de decirlas en su momento y siempre me guardé todo eso, fue lo que más me dañó, y utilicé el alcohol y las drogas como un aliciente a mis problemas que tenía acarreando”.
“Yo pensaba que todo era un juego porque me divertía y me sentía bien pero al paso del tiempo veo que empiezo a tener problemas, me salgo de la escuela, mis hermanos me quieren meter a trabajar y espontáneamente –tres o cuatro días- me salía de los trabajos, no me gustaba trabajar me gustaba andar en la calle hasta que llegó el momento en que en la casa empecé a tener problemas y me corrieron a la calle y ahí fue cuando empecé a tocar fondo”.
Indica que cuando finalmente reaccionó y se sorprendió al darse cuenta de hasta donde tuvo que llegar para seguir drogándose o alcoholizando, en su peor momento Gilberto tuvo tres intentos de suicidio. Apunta que tras los 90 días de terapia decidió quedarse en el grupo para ayudar a otros jóvenes como él a vencer sus demonios personales y a dar apoyo para pasar el mensaje en las colonias o las escuelas, platicando con los jóvenes y tratar de motivarlos para que sepan que hay una salida para dejar al alcohol y las drogas.
“Ahora ya me reconcilié con mi familia, ahora ya llego a mi casa y ahora sí hasta me preparan una comida, mis hermanos me abren las puertas, hice las paces con mi papá, conocí a una compañera quién ahora es mi esposa, tengo tres hijos… la vida de trece años para acá cambió muchísimo”, concluye Gilberto con un nudo en la garganta.
1 Comentario
jose zamudio lopez
julio 29, 2014, 12:46 pmq tal padrino como estan aka echandole ganas saludos a todos x alla