Sirios expatriados y muchos residentes en todo Oriente Medio se regocijaron por el derrocamiento de un líder que condujo a su país a través de 14 años de conflictos civiles que dejaron medio millón de sirios muertos y desplazaron a millones hacia países de todo el mundo.
Otros se preocuparon por la inestabilidad en una región ya convulsionada. Los gobiernos, ya fueran aliados u opositores de Assad, se apresuraron a absorber el repentino y sorprendente desarrollo y evaluar las implicaciones para Oriente Medio y el mundo.
En Líbano, miles de sirios se dirigieron al cruce fronterizo de Masnaa para regresar a su país natal, a pesar de la incertidumbre.
“Cualquier cosa es mejor que Bashar”, dijo Sami Abdel-Latif, un refugiado de Hama que regresaba para reunirse con su esposa y cuatro hijos.
REACCIONAN CON ALEGRÍA
Muchos ciudadanos en los países vecinos de Siria reaccionaron con alegría ante la noticia de que Assad había caído. En la capital de Jordania, Amán, el residente Muhab al-Majali dijo que su caída marca el fin de “un gobierno injusto y tiránico”.
Otros no estaban tan seguros, en una región que vio cómo la energía del movimiento democrático de la Primavera Árabe de 2011 colapsaba en conflictos y gobierno autoritario.
Saeed Sawy, un ingeniero en la capital egipcia, El Cairo, predijo que los grupos rebeldes de Siria descenderían en luchas internas sobre el futuro del país.
Los vecinos de Siria aumentaron la seguridad a lo largo de sus fronteras
Líbano dijo que estaba cerrando todos menos uno de sus cruces fronterizos terrestres con Siria. Jordania también cerró un cruce fronterizo.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que las fuerzas israelíes habían tomado temporalmente una zona de amortiguamiento en los Altos del Golán establecida por un acuerdo de alto el fuego de 1974, después de que las tropas sirias abandonaran sus posiciones. Se informó de ataques aéreos en un aeropuerto militar cerca de Damasco, que anteriormente había sido objetivo de Israel, y en otros sitios militares sirios.