NUEVA YORK .- Richard Gibson, un inversor de 58 años, tiene un hobby bastante particular: colecciona las uñas cortadas de sus manos y pies desde hace 36 años. Las guarda en un frasco de vidrio y, según cuenta, tiene que vivir escondiéndolo de las visitas que llegan a la casa y hasta de su ex esposa.

Su pasatiempo empezó en febrero de 1978, cuando después de cortarse las uñas decidió no tirarlas, sino guardarlas en su cajita de manicura. Se preguntó cuánto le tomaría llenarla, y dos años después ya necesitaba encontrarle un lugar más grande a su creciente colección. Así pasaron al frasco de vidrio, que 34 años después, está lleno un 99 por ciento.

Y la perseverancia tiene su premio: en el último libro de Ripley’s Believe it or Not (Ripley: créalo o no), llamado «Reality Shock», la colección de Gibson se ganó un lugar. «Estoy esperando para mostrarle el libro a mi esposa. A ella siempre le molestó mi pasatiempo», asegura el hombre. «No es como ganarse un Oscar, pero estoy orgulloso», concluye.