Aún no se mide el provecho que puedan obtener ellos de la visita que realizaron este fin de semana a Tamaulipas tan distinguidas, honestas, pulcras y simpáticas personalidades.

Y es que arribaron a nuestro estado, denigrados, maltratados y sucios por la mala fama que los persigue, que los acorrala, que ya los partió por la mitad.

Llegaron optimistas y se fueron preocupados, aunque su sonrisa de actores, su aparente fortaleza y su evidente cinismo, denote lo contrario.

De lo que sí se puede hablar es de los resultados que arrojaron los eventos en los que acompañaron a sus candidatos panistas de Tamaulipas, los cuales se pueden tazar por lo magro, por lo flaco, por lo enjuto, por lo escasamente atractivos, al grado que los medios les atribuyeron exigua  importancia.

Desfilaron, ellos, por varios municipios del estado y a su paso solo merecieron pena porque recibieron reclamos, dieron vergüenza y enfriaron aun más las campañas que condenan a sus candidatos a morder el polvo el 7 de Julio, que ya se acerca.

Y es que Gustavo Madero, líder nacional del PAN, la ex presidencial, Josefina Vázquez Mota, los senadores Ernesto Cordero, Maki Ortiz y Francisco Javier Cabeza de Vaca y la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, no se reencontraron con el Tamaulipas que ellos esperaban como en tiempos de antaño, cuando la gloria, el alabo, la caravana comprada les sonreía, les abría de par en par la puerta y los abrigaba.

Y cómo no, si Ernesto, Maki y Panchito Javier, con dificultad, hicieron  lo posible por no pisarse la larga cola de rata para no tropezar, porque los abraza con fuerza la mala reputación de que recibieron a discreción miles de billetes, lo que Gustavo conocía, pero prefirió callar.

Eso se llama aquí y en China corrupción y tal vez esa palabra fue la que arrastró también a Josefina, quién recibió tremendo desaire en Madero, en razón de que ahora se le vincula con un descomunal fraude cuando fue Secretaria de Educación Pública relacionado con el programa “Enciclomedia”, lo que demuestra que tampoco tiene las “manos limpias”.

Y de Margarita, qué no se puede decir, si entregó a Monterrey a Dios, quién se ha de preguntar desde las alturas: ¿Y yo, por qué? “Si estoy tan tranquilo en el reino de los buenos”.

A propósito de las ocurrencias de ella, existe una anécdota que le va bien, que le cuadra, que está a su medida y que es la siguiente:

Resulta que una empresa televisiva mexicana envió a un inexperto reportero a un país en guerra. El comunicador, imberbe pero paletoso, como muchos que son afectos al pavoneo en la pantalla chica, llego al lugar y lo primero que observó fue cientos de muertos, por lo que procedió a transmitir en vivo vía satélite. “Veo cuerpos desmembrados, sangre en la tierra, mujeres postradas frente a los cadáveres”. “Pero un momento, empezó a llover y veo a Dios y está llorando”, narraba el reportero emocionado y en eso el locutor le preguntó: ¿Ves a Dios, está allí”. Y el periodista le contestó. “Si, aquí está, lo siento presente”. Y que le sugiere el conductor del noticiero: “Pues no sea pendejo, entrevístelo, esa es la nota”.

De ese es el tamaño de la ingenuidad y de la imaginación de Margarita, quién depositó en las manos del Señor, lo que ella no puede resolver.

Y para rematar sobre las visitas de estos consagrados panistas, Ramiro Ramos Salinas, líder del PRI en Tamaulipas, no se quedó callado y colaboró solicito con la masacre, cuando exigió claridad en los manejos económicos que hacen ellos, los de las manos limpias, los del fuerte golpe de pecho dominical, los de los justicieros, los de los íntegros, los de los intachables, los de “los mochos”.

Lo que son las cosas, tal parece que en estas elecciones locales se aplicará aquella vieja regla de “Ojo por ojo, diente por diente”, porque en el proceso federal pasado el PAN despotricó en contra de ex gobernadores de Tamaulipas y provocó aquí la debacle del PRI.

Ahora, hoy, se antoja que sucederá lo mismo.

Pero serán los panistas los que pagarán.

Con la misma moneda.

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