Desde siempre eres jugador de fútbol. Es lo tuyo, tu naturaleza. Ves un balón donde sea que ruede y lo pides para patearlo como los grandes o como los chiquillos. El balón es capaz rodar en los renglones más inesperados de este cuaderno y abajo de la cama en donde suele refugiarse.

La historia del balón llenaría un libro hablando de esta cuadra y sus ventanas quebradas. En cada cuadra hubo una leyenda que jugó en la memoria de los vecindarios, entre los tendederos de aquel tiempo. La historia de este jugador recoge la crónica de los balones que ha tocado con su privilegiado toque de zurda.

Quieres que quien trae el balón, o la simple pelota de agua y hule en los pies, te ponga el balón como con la mano. Ya nada más para que hagas el clásico pase a la red. En seguida, en esta misma página antes de cantar el gol que enardecería a la fanaticada local, que escucha el partido por la radio, echas el balón afuera en la cima de la gloria.

Hueles el gol con la pelota en los pies, eso te han dicho, pero ahorita traes hambre y sed, das un pase lateral mientras tú , que eres el medio ofensivo, piensas la jugada maestra que nunca te ha salido.

Como todo un alarife del futbol profesional hace rato monje te has puesto el hábito, tal como viste que lo hizo en la tele el Cuauhtémoc Blanco. Ese era tu ídolo. Ya no lo es tanto. Como todo jugador comienzas a calentar por la banda entre la especulación de los aficionados.

Te la crees. Das dos saltos antes de entrar a la cancha de la colonia, entre barcos y piedras. Sin cancelar tu optimismo ni tu sueño de leyenda, de medio creativo, de esos que le saben al ajedrez de los partidos. Pides el balón. Que no te lo pasan los envidiosos es otra cosa. Donde quiera hay grilla.

Cualquier balón que rueda es un balón que puede ser disputado por ti hasta sus últimas consecuencias. Hay bronca si no se ponen de acuerdo. Los países se andan peleando por un penalti que anularon y las parejas aprovechan para descansar en el olvido. No le hablas a tu pie izquierdo. Ni pagas la tanda.

Bueno eres obrero, traes bici y no un Lamborghini, las personas que te han visto patear el balón son de aquí del barrio y antes de este torneo ninguno se había echado un partido completo, sino, lo hubiéramos sabido el sábado.

Eres el ídolo de antes de chingarte la rodilla, pero a ti no fue la rodilla, fue el tobillo, el hombro, la nariz, desviada, el cambio climático, etcétera. Eres otras cosas cuando caminas por la banqueta, un comerciante, un ciudadano preocupado, un lector de Dostoievski.

Pones la imagen en la ciudad y te vas deslizando como por el pasto, pateas un bote como en el estadio, esta vez te hubieran juzgado si golpeas con eso a una señora. Lo que se observa es la sombra y el cuerpo un tanto inclinado, resistiendo a la gravedad, pero hay un medio campista y un balón que rueda sospechosamente a estas alturas del partido.

Cuando viene una pelota, cualquiera que esta sea, se te nota la clase de primera división. Como si afuera tuvieses un Lamborghini de veras, amarillo, al fin que no cobran por soñarlo. Claro, entre otro millón de cosas que has soñado.

Decía que ves la pelota acercándose con parsimonia, como la has visto miles de veces venir. Se acerca al comenzar el misterio. Corres detrás de ella y ella se mete en una especie de penumbra, no puedes remitirla de cabeza, ni con el empeine de tu pata chueca.

La pelota continúa rodando hasta que vas y jadeante la alcanzas en el fondo de la cama. Y ya no como un jugador, sino como lo que siempre has sido, con eso completas, y te quedas con ella para toda la existencia.

TENGO OTROS DATOS

AMBIENTE ELECTORAL

Conforme se aprieta la agenda de las elecciones locales y federales de este año, se puede reportar una condición social estable y un buen ambiente electoral para todo el país. La garantía constitucional de la democracia ha sido signada y llevada a sus últimas consecuencias por el presidente de la República Andrés Manuel López. En Tamaulipas el gobierno de Américo Villarreal Anaya no ha sido menos con los resultados que están a la vista de todos.

HASTA LUEGO