No hay persona en Llera que no conozca al sapo; ¡eso es extraordinario! Por Dios, ¡una bendición política en tiempos de competencia electoral!

OSCAR WILDE, un genial escritor dublinés del siglo pasado, escribió una obra de teatro titulada: La importancia de llamarse Ernesto; una comedia que de pronto metió en apuros al personaje que pretendió llamarse Ernesto por las ventajas que representaba para él en la obra.

En este caso, en Llera, el sapo es el sapo, y llamarse así tiene su importancia porque se ha convertido en un producto de mercadotecnia política y la gente lo quiere, y lo aclama: “¡viva el sapo!” “¡viva!”

Tuve la oportunidad de estar ayer en el municipio de Llera, en el registro electoral de HÉCTOR DE LA TORRE VALENZUELA, mejor conocido como el sapo, y entre cohetones y vivas, una columna de gente avanzó por las calles para acompañar a quien sólo unos días lo separan de la presidencia municipal.

Una tambora y un clarinete le abrían paso por las calles y unos jóvenes lanzaban cohetones como si se tratara de una procesión religiosa, aunque medidas las proporciones, creo que el sapo ayer acarició la gloria celestial, para después bajar otra vez al terreno de los mortales influenciado por la música de la Sonora 100 por ciento puro Dinamita, de ANAIDITA, y ¡a bailar todo mundo!

Era tan notoria la presencia de los integrantes de este grupo musical: de saco, corbata y pelo largo, y ellas entalladas en finos vestidos de noche, envueltos por el velo de la publicidad, que la gente abandonó la idea de bailar y prefirió verlos cantar todo el tiempo.

Después de la caminata, entre charcos dejados por la lluvia, la embestida humana llegó a un bodegón convertido en escenario político, y MARIO CASTILLO, habilitado como maestro de ceremonias, dirigió con mucho acierto, un preámbulo para resaltar la presencia del sapo.

El discurso del dirigente estatal de Movimiento Ciudadano, en Tamaulipas, ALFONSO DE LEÓN PERALES, subrayó la fuerza política del sapo en este municipio, con la experiencia de haber gobernador hace 9 años.

Había condiciones para adecuar la figura del sapo, a los charcos dejados por la breve lluvia, que ALFONSO DE LEÓN, le encontró  analogía con los cuentos de hadas, donde las princesas, besaban los sapos para convertirlos en príncipes.

Esa era la idea, desplomar la imagen para después elevarla al clímax de las emociones, aunque en este caso, para HÉCTOR no era ninguna afrenta que le llamaran el sapo, al contrario, le ha encontrado utilidad a un apodo que no muchos festinarían.

La imagen del sapo entonces se convirtió en el símbolo la esencia de la tarde, y DE LEÓN terminó el manejo de su discurso acomodando el cuento para un sapo que está a punto de convertirse no en príncipe, sino en presidente municipal, y para eso necesitará el beso poderoso de los electores.

El mensaje no tenía dobleces, y la gente lo sabía; era una suerte de  empatía formada entre el sapo y sus princesas, que en este caso serán todos los llerenses el día de la votación, aunque al momento de hablar de besos y princesas, doña PATRICIA QUINTANILLA ARCOS, la esposa del sapo, muy cerquita de él, no lo pensó dos veces y le estampó un beso en la boca al candidato.

Después, con un estilo norteño, de sombrero y botas vaqueras, el sapo fue directo al punto clave de un municipio como la mayoría del estado: “…nuestro pueblo tiene hambre, tienen necesidad, y hay que atenderla, a eso es a lo que nos vamos a aplicar; vamos a jalar con ustedes. No podemos seguir sosteniendo a un Llera que se nos  cae a pedazos, ante la incapacidad e indiferencia e insensibilidad de sus gobernantes. Ahora  los partidos han quedado atrás, somos los ciudadanos, somos la gente la que hacemos a los partidos”

Había sido un registro multitudinario, con una tarde húmeda, de lluvia, relacionada también con el regreso del sapo.

Creo que lo único que le ha faltado a esta campaña, es la infalible figura de un sapo, aunque conociéndolo como lo conocen en Llera, no haría falta, pero no estaría de más un sugestivo letrero a la entrada de este lujuriante municipio: bienvenidos a la tierra del sapo.

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