RELATO 1.-Sus días de gloria, de odas, de alabanzas exageradas, de caravanas, terminaron, por eso ella hoy deambula por la calle con la mirada extraviada y con un semblante muy distinto al que imponía, que producía miedo en el medio educativo de Tamaulipas.

De su altivez, de su rostro duro y desafiante, de su potente voz y de su peculiar estilo de vestir, nada queda, se perdió.

Hoy se le ve sola, con un caminar que le pesa y como que añora los empujones desesperados que los maestros se daban para alcanzar su mano y, si bien les iba, para abrazarla con hipocresía.

Hoy pasa al lado de ellos, de los mentores, y nadie la saluda, la esquivan, le sacan la vuelta y, eso, como que la hace sentir fatal.

En la Secretaría de Educación de Tamaulipas todos le temían, al grado de que su nombre se pronunciaba quedito, porque a la señora le molestaba escuchar gritos, por ello sus detractores la ponían a prueba con sendas manifestaciones de protesta a unos pasos de su oficina para que se alineara, para que cesara de hacer daño.

Esas acciones de repudio eran frecuentes y ruidosas y las protagonizaban los maestros de todos los puntos de Tamaulipas que la acusaban de déspota, de antipática, de retener pagos y de favorecer a sus familiares y amigos desde el puesto que ostentó como  Coordinadora Estatal de Secundarias Técnicas.

Pero ella estaba fabricada con hierro y se daba hasta el lujo de declarar a la prensa que dormía tranquila, que no tenía pesadillas y que si alguien gritaba su nombre estaba en todo su derecho.

Pero cambia, todo cambia, como bien dice la melodía que interpreta Guadalupe Pineda, y hoy me sorprendo al verla así, sin ese garbo, sin esa sonrisa pícara y burlona que exhibía, sin esos clásicos vestidos de valet folclórico y sin su bien elaborado arreglo de flores que lucía a diario sobre su pelo, que la hacía parecer macetero de mercadillo europeo.

Pero no, hoy la ví y tenía un rostro ajeno, porque su cabellera se le ve descuidada y su ropa, que ya es distinta a los tiempos de antaño, se nota que no ha pasado por la mano de la tintorería.

Ya no es la mujer exótica que conocí, que buscaba regalar su mejor ángulo para las cámaras de televisión y de fotografía y, eso, extraña.

Y es que Mireya Berenice Orozco Nava, está ahora sin chamba, tal vez por eso se le ve con frecuencia ingresar a las oficinas de Don Egidio Torre López,  allá por el centro de Ciudad Victoria, a quién es casi seguro que le pidió que le tienda la mano al pasar.

Si me permite, Don Egidio, le aconsejo que cuente hasta diez antes de ceder, porque el historial de Mireya es basto, rico en incidentes, en escándalos y es una mujer a la que se le veneró bajo la simulación en su paso por el sector educativo.

Si desconfía ingrese Usted al Internet y escriba ese nombre.

Y descubrirá que el navegador, me concede la razón.

RELATO 2.- Apenas posó un pie en la Delegación y los trabajadores pasaron saliva, lo miraron con recelo y en unos días quedaron hartos de su presencia.

El antecedente que los empleados conservaban de él era que como diputado del Verde Ecologista su comportamiento siempre era el de un hombre recto, atento y respetuoso, pero pronto se resbaló la venda de sus ojos y hoy realizan su labor con temor e incomodidad.

Dicen, ellos, que desde que arribó se ha dedicado a la grilla, a escudriñar entre los rincones de la delegación para que salte algún billetillo, a tratar como soldado raso a los trabajadores y a hacer promesas que en poco tiempo las arrastra la más leve ventisca.

En síntesis, la mayoría de los empleados de Jesús González Macías, Delegado Federal de la SEMARNAT en Tamaulipas, están inconformes y a punto de armarle una revuelta para que se eduque.

Y es que no lo quieren y ya hasta aborrecen al famoso, dicharachero y bonachón “Gordo”, quién entretenía a la presa con sus ocurrencias en el Congreso local.

Unos, dicen que el poder ya lo enloqueció.

Otros, que solo se mareó porque tiene padrino.

Lo cierto es que todos coinciden.

En que él está, insoportable.

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