Considerado uno de los más influyentes pensadores italianos del siglo XX, Benedetto Croce es también un importante filósofo de la historia que aportó ideas frescas a esta disciplina cargada ya en los umbrales del siglo pasado de un exagerado discurso ideológico y una visión utilitaria al servicio de los nuevos estados nacionales en Europa.

Croce propone en su libro “La historia como hazaña de la libertad” una serie de reflexiones filosóficas para repensar el discurso histórico y despojarlo de todo propósito que no sea el de conocer el pasado, otorgando así la posibilidad de una ética al ejercicio histórico.

Concibe como los griegos la unidad circular del proceso histórico, la libertad trabajaba para la historia como un continuo unitario, sin principio ni fin; dinámica, unitaria en sus distinciones. Es ella misma, no son objetos interpretados, como decía Ranke, el más grande defensor de la historia positivista.

La historia –decía Croce- no puede ser, sin ser juzgada. Para él, la historia era filosofía y la filosofía era historia; por lo tanto, no era posible hacer filosofía sin conciencia histórica y hacer historia sin conciencia filosófica; que era lo que más criticaba a los escritores del siglo XIX.

“La historia es la materia de la filosofía y la filosofía  era el método de la historia” señalaba. Para explicar la naturaleza de la historia, decía que el proceso para conocerla era solo a través de la manera como se aprende el arte, el cual era una forma de conocimiento, del mundo en sus particularidades y concreción, diferente pero complementario al conocimiento conceptual del mundo que nos ofrece la ciencia, que se ocupa de explicarlo a través de leyes generales, modelos y formas fijas.

Identifica una  dicotomía entre conocimiento de ciencia y conocimiento de arte, y una distinción que plantea el arte en general y el arte de la historia en particular. El error del positivismo, decía,  era creer que todo conocimiento válido tenía naturaleza científica. Es decir, solo ese podía ser verdadero.

Pero Croce señala que la sabiduría humana no es conocimiento científico sino que está construido por reglas de sentido común, pero era verdadero. Por su parte la ciencia, correctamente entendida, era un modo de comprender el mundo en el aspecto conceptual; la búsqueda de verdades generales por medio de conceptos.

El modo de comprender el mundo de manera no conceptual es el arte con pautas de verdad y verificación distintas a las vigentes científicamente  pero igual de rigurosas; es decir, ambas buscan la verdad pero de distintas formas y por distintos caminos para su comprensión. El arte y la ciencia eran modos de conocimientos diferentes, opuestos.

Si uno incluye lo particular con lo general esta haciendo ciencia y viceversa, pero en el caso de la historia, no se busca elaborar conceptos sino contar lo sucedido. Por lo tanto, la historia como forma de conocimiento  solo es un conocimiento particular, nunca universal, ni siquiera de lo general.

La historia no enseña nada,- señala Croce con la intensión de despojar esta disciplina de cualquier utilidad moralizante- la única cosa que puede enseñar es, que la información del pasado, nada puede decir del presente. Aunque el historiador toma como punto de partida el presente para investigar el pasado, no se puede deducir ninguna conclusión del pasado. «La historia no es un idilio, ni es tragedia horrorosa, sino un drama donde todas las acciones, actores y miembros del coro son culpables no culpables, una mezcla del bien y el mal.”

Al “estetizar” la historia, Croce depura su ética, la despoja de toda ideología para darle la categoría de conocimiento importante.

Señala que existe la falsa consideración de que la historia se repite, como un continuo repetirse de actos y vicisitudes que sólo cambia de espacio y colocación en el tiempo; y afirma: “si cambian los nombres cambian las disposiciones”.

“Lo propio de la historia está en los acontecimientos mismos, no son los acontecimiento a los que se les tiene que poner un rótulo, diseñar modelos, hacer juicios, sino saber que en la historia todo permanece con la condición de que todo cambie.”

Croce hace la crítica a la visión universalista de la historia, cuestionando la idea de que hay un origen de las cosas, y señala que tenemos que aceptar que hay muchos orígenes, la mayoría desconocidos porque los que hemos construido generalmente están basados en un enjuiciamiento. Apela  para que pensemos en la posibilidad de diversos orígenes de naturaleza oscura, desconocida.

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