SAO PAULO.-La supermodelo brasileña Gisele Bündchen está perfectamente acostumbrada a los focos y a la atención de todo el planeta. Sin embargo, el domingo incluso ella se emocionó al verse en esta situación: en el Maracaná, minutos antes de la final de la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™, fue la encargada de presentar al público el Trofeo de la Copa Mundial de la FIFA, que poco después cambiaría de manos, para pasar a ser propiedad alemana durante los próximos cuatro años.
Junto al español Carles Puyol, campeón del mundo en Sudáfrica 2010, la embajadora de Louis Vuitton —marca que fabrica el exclusivo estuche de viaje para el trofeo—, llevó la copa hasta el centro del campo. “Básicamente, es la presentación del Trofeo ante los finalistas y ante el mundo. Puyol representa a España, última campeona, y yo a Brasil, mi tierra”, declaró la modelo, en una entrevista exclusiva con FIFA.com.
Durante los ensayos y la preparación para el histórico momento, Gisele Bündchen aprovechó para hablar un poco de fútbol con el exdefensor del Barcelona, que acaba de colgar las botas. “Es una persona excelente, muy dulce. Hablamos de fútbol, fue muy divertido: me contó sus cifras como jugador”, explicó la simpática modelo. “También hablamos del Mundial, de algunos equipos y jugadores, y de hechos destacados de la historia del fútbol. ¡Creo que aprendí bastante!”.
Gisele también dijo que le gusta mucho tanto practicar deporte como asistir a cualquier tipo de actividad deportiva, y que considera que el deporte tiene un gran poder para unir a la gente. “Siempre he practicado deportes, desde pequeña. Llegué a jugar al voleibol, y creo que la práctica deportiva enseña muchas cosas: trabajo en equipo, respeto y disciplina”. Y continuó diciendo que existe “una cierta magia” en el hecho de que el deporte consiga unir a gente distinta: “Fijémonos en el Mundial: todo el mundo se une para verlo, para animar. Es una cosa muy linda de ver”.
“Me siento honrada por haber sido elegida para representar a mí país, porque amo Brasil. Los brasileños vestimos la camiseta, ¿no?”. Durante un mes, el pueblo brasileño se enfundó la camiseta de su selección y ofreció una de las Copas Mundiales de la FIFA más inolvidables de la historia. Y aunque no terminase con el equipo anfitrión alzando el trofeo con el que soñaba, sin duda Brasil ha tenido una representante ideal para presentarlo ante el mundo.