La palabra woke es una derivación del pasado del verbo inglés wake, que significa «despertar». Su origen se remonta a la comunidad afroamericana en la lucha contra el racismo, donde adquirió el significado de «estar alerta ante la injusticia racial». Por ello, el diccionario lo define como «estar consciente de temas sociales y políticos, especialmente el racismo».
Con el paso de los años, la comunidad internacional adoptó este término para darle nuevas connotaciones relacionadas con movimientos de grupos sociales minoritarios. La palabra se convirtió en un emblema de la lucha por la equidad e ideología de género, la inclusión y la defensa de los derechos de grupos históricamente vulnerados.
En otras palabras, ser woke ahora significa involucrarse en la lucha por la inclusión de la comunidad LGBTIQ+, el feminismo, el derecho al aborto, las identidades de género no binarias, las personas neurodivergentes, los pueblos indígenas, los migrantes, los refugiados, las trabajadoras sexuales, entre muchos otros grupos.
En México, el partido MORENA —desde su llegada al poder— ha adoptado ciertas narrativas de la agenda woke, convirtiéndolas en políticas públicas, como se describe a continuación:
En 2009, Marcelo Ebrard Casaubon, entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, despenalizó el aborto y creó las Unidades Médicas de Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México, que ofrecen el servicio gratuito de Interrupción Legal del Embarazo.
Desde 2018, la comunidad LGBT+ ha alcanzado representaciones destacadas como senadores, diputados, magistrados, diplomáticos y funcionarios federales. Ejemplo de ello son Salma Luévano, diputada federal; Temístocles Villanueva, legislador en el Congreso de la Ciudad de México; y el polémico diputado federal María Clemente García Moreno, todos ellos de Morena, muy conocidos por su conducta controversial.
En febrero de 2021, Marx Arriaga fue nombrado director de Materiales Educativos de la SEP. Bajo su dirección, se incluyeron en los libros de texto de quinto y sexto de primaria temas relacionados con la ideología de género, promoviendo la aceptación de múltiples identidades más allá del binarismo hombre-mujer, cuestionando el concepto tradicional de familia basado en la unión entre un hombre y una mujer.
Otro sector ideológico apoyado por MORENA es el feminismo radical, que considera al patriarcado como la base estructural de la desigualdad de género. Este enfoque ha sido respaldado por distintas lideresas del partido.
Recientemente, en el Congreso de Nuevo León, la agenda woke promovida por MORENA ha impulsado la legalización de espectáculos de Drag Queens, definidos como actuaciones donde hombres adoptan una apariencia femenina exagerada o teatral. Estos espectáculos, a menudo dirigidos a públicos infantiles, buscan normalizar nuevas expresiones de identidad de género.
Desde una perspectiva sociológica, el movimiento Morena-Woke representa una ruptura con los paradigmas tradicionales profundamente enraizados en la sociedad mexicana, caracterizada por su catolicismo, conservadurismo, heterosexualismo y fuerte enfoque en la familia. Estas transformaciones han generado amplias resistencias.
Por cierto, los defensores de la agenda woke, de forma recurrente emiten descalificaciones hacia quienes se oponen a este cambio de paradigmas. Aquellos que critican al feminismo son tachados de «machos opresores», quienes se manifiestan en contra de la comunidad LGBT+ son etiquetados como «homofóbicos», y los que condenan el aborto son llamados «conservadores» o «moralistas».
El futuro de las minorías en México parece ligado a las circunstancias electorales de MORENA. Si bien el partido ha impulsado reformas en favor de la agenda woke, estas acciones son percibidas por muchos como una estrategia electoral más que como un compromiso ideológico genuino.
El desafío central radica en que la agenda woke no solo demanda reformas legales, sino también un cambio cultural profundo que trasciende las capacidades del marco jurídico tradicional. MORENA, como partido en el poder, deberá decidir si está dispuesto a liderar esta transformación o si se limitará a acciones superficiales destinadas a capturar el voto contra cultural.
El avance y promoción de la agenda woke enfrentará siempre la resistencia de una sociedad mexicana profundamente arraigada en valores tradicionales. Sin embargo, el camino hacia una nación más inclusiva dependerá de la habilidad de sus líderes para equilibrar estas tensiones, construir puentes y fomentar un diálogo honesto. En última instancia, solo una política auténticamente comprometida con la inclusión podrá reconciliar las divisiones para cimentar la nueva sociedad mexicana… todo depende de la beligerancia de las minorías y de la tolerancia de las mayorías.