Se veía la barda mohosa, cuarteada, gruesa, como una gran sombra de sillares inalcanzables. Según yo veía por un hoyo el patio de la casa vecina, pero era imaginario, de otra manera habría que brincar y caer del otro lado.
Eso me bastó por un tiempo para contarles algunas mentiras absurdas e ingenuas a los amiguitos que venían a visitarme.

La casa duraba meses en silencio y de pronto se escuchaban voces pequeñísimas, tarareadas. Según supimos luego, era una viejita.

La vimos salir varias veces por la única puerta que daba a la calle y pudimos comprobar la existencia de ese ser que se atrevía a vivir en la casa de al lado con sus fantasmas, serpientes venenosas, tigres de bengala, monstruos distinguidos, que nosotros mismos elaborábamos antes de dormirnos. Cualquier ruido eran ellos, los asesinos de al lado.

Poco a poco nos dimos cuenta que la viejita era la única que salía a la calle, tal vez para comprar comida a los monstruos o a lo mejor para descansar de ellos.

La casa de nosotros era más grande, pero la de al lado parecía un castillo gótico en pequeño. Encima del primer piso tenía dos habitaciones con techo de tejas a dos aguas y en el centro un gran agujero cubierto, que antes fue ventana por donde se asomaban. Por años sólo eso vimos quienes compartimos aquel patio del vecindario.

Años después, ya con 11 años en el cuerpo, la barda no era tan alta como pensábamos. Así que un día yo – el burro primero- y un cuate con el que me juntaba, decidimos por fin vulnerar nuestro miedo y pusimos un escalera que antes no la habíamos ni siquiera imaginado.

Once años tampoco eran muchos, pero ya sabíamos todo lo de los niños y poniamos atención a las conversaciones de los grandes. Y como en ninguna parte encontramos quién nos explicara el silencio de al lado, cada que nos prohibían subir, más nos picábamos.

Así que echamos un volado y lo gané y eso que nunca gano uno. Acomodamos la escalera que era suficiente y basta y mientras mi amigo la sujetaba con sus dos manos débiles, que sí he caído no me salva, subí el primer peldaño temblando.

El segundo y el tercer peldaño fueron fáciles, lo cabrón estarían al llegar a la cima. Con las manos sudorosas me aferré a la escalera, subí el cuarto peldaño, llegué a la cima y cerré los ojos.

Hasta ahí estaba vivo, quizás después de esto ya no pueda transmitir en vivo por facebook, pensé. Nunca he transmitido. Puse mi mente en blanco, que pronto se tiznó de negro y abriendo los ojos en un arranque de furia similar y extraña como la propia cobardía, subí al extremo.

Lo que fuere, ahí estaba frente a mí ahora. No estaba soñando ni era un mundo imaginario, se veía el tendedero de ropa seca colgada desde hacía años. Se oía el eco del sillar moviéndose por una corriente de aire inexistente. Luego una risa que nada más yo escuché, o a lo mejor la inventé de tanto contar este incidente.

A lo lejos escuché que mi amigo me decía que me apurara, que no tardaba en salir mi papá. Que salga, le dije yo valiente, después de la larga espera de 11 años para subir a la barda.

Los sonidos eran ecos de aves que picoteaban un poste para hacer su nido. En medio del patio la luz del faro sostenía un pedazo de abrigo, unas manos que se podían ver sujetar un vestido blanco, luego ví el rostro, el cuerpo y los ojos que me vieron en la barda.

Ella me saludó y yo hice lo mismo, como una prueba de la fraternidad que debe existir entre nosotros los fantasmas.

TENGO OTROS DATOS

FORTALECE GOBIERNO DE AVA PROGRAMA DE REGULARIZACIÓN DE LA TENENCIA DE LA TIERRA

El arte de gobernar consiste en conocer la fórmula de afianzarse en cubrir las necesidades de la población. El gobierno de Américo Villarreal Anaya, actúa todos los días y por todos los costados para procurar el bienestar y ofrecer certeza jurídica a las familias de Tamaulipas, fortaleciendo así los lazos que unen a pueblo y gobierno.

Por eso se realizó el acuerdo de fortalecer el programa de regularización de la tenencia de la tierra y consolidar las acciones de vivienda a través de la CONAVI (Comisión Nacional de Vivienda), fue el resultado de la reunión que sostuvo este martes, el gobernador Américo Villarreal con Edna Elena Vega Rangel, secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

La titular de la Sedatu asumió también el compromiso de armonizar el trabajo de la federación con los proyectos que se están haciendo en Tamaulipas en materia de medio ambiente, reforestación, desarrollo industrial y tenencia de la tierra.

HASTA LUEGO