El sol ya bostezaba, y en la avenida 17, como si fueran hormigas, los victorenses le daban rienda suelta al placer que se siente caminar libremente, sin temor, sin prisa por ese lugar bajo los frondosos árboles, cuyas verdes hojas bailaban al ritmo del viento como si les ofrecieran la bienvenida, como si desde la altura intentaran abrazarlos con sus ramas.

Los niños de la mano de sus padres y las mascotas con su respectiva correa se abrían paso hacia el Paseo Pedro José Méndez, donde grupos musicales hacían la delicia de aquellos que les gusta exhibir sus dotes de bailarín cumbiero, del quiebre de cadera y del espejeo.

Y a unas calles de ese lugar, uno de los pulmones de Ciudad Victoria, en el Comité de Campaña todo era actividad y los jóvenes de camiseta naranja con la figura de una escoba en la espalda, veían circular a la multitud y le sonreía, como para que asimilaran que el candidato, Gustavo Cárdenas Gutiérrez estaba allí, a unos pasos de ellos, dispuesto a dejarse querer.

Por aquellos días la famosa veda electoral todavía no hacía de las suyas, pero bien sabía el abanderado a alcalde de Ciudad Victoria por el Movimiento Ciudadano que aprovechar el paso de los cientos de victorenses que acuden al llamado del alcalde, Miguel González Salum, para que se relajen y convivan en su “Libre 17”, entregar publicidad es arriesgado, porque se trata de un programa gubernamental.

Y alguien pasó por el lugar y lo vio ingresar al bunker de Gustavo sigiloso, con cuidado y cubriéndose un lado del rostro con la mano, como si por su pelo abundante negro, por su dentadura y sonrisa de galán de la pantalla chica y por su tradicional vestimenta oscura y blanca, no fuera inconfundible.

Se trata de un personaje que fue candidato a Diputado Federal por el Panal en Matamoros, Secretario Particular en el SNTE de Tamaulipas y actualmente Secretario de Organización del mismo sindicato, quien se entrevistó con Gustavo, algo así como combinar el agua con el aceite y que huele mal, pero como en el amor y en la guerra todo se vale y de pronto el cariño aflora, en una elección eso no resulta descabellado.

Así sucedió, es Ulises Pérez Ruiz quién se acercó o acudió al llamado de Gustavo, días después de que con voz potente, con la enjundia que ya se le conoce y con manotazos exigía ante el IETAM justicia para que a su ex jefazo, Arnulfo Rodríguez Treviño, se le acreditara como candidato del Panal a la diputación plurinominal.

Es más, en esa ocasión, así en corto, intercambié unas palabras con él y aceptó que pidió permiso al SNTE para separarse del organismo para cumplir con sus funciones de regidor en Matamoros, algo que nadie sabía, que se mantuvo en secreto, que paso de boba entre los medios.

Y mi testigo ocular, tan indiscreto, como es, regresó al lugar y notó entonces que varios sujetos bien vestidos y con máscaras de luchador entraron rápidamente en la casona que utiliza Gustavo para su campaña y, que presume él, que se trata de personajes conocidos que pretendían que los confundieran con activistas.

Queda y, claro, con esto, que el abanderado naranja inició una especie  de reclutamiento cuyo objetivo es indescifrable.

Porque al igual que Ulises, otros personajes han desfilado por su oficina, en una intentona por lograr coronarse con la victoria o bien negociar con el “enemigo”, un arte que se le da a la perfección y que le sienta, mejor.

Y es que el Panal y Movimiento Ciudadano habían conservado su extraño amorío en el closet, pero ahora con tanta libertad que existe tal vez decidieron intercambiar sus prendas íntimas color turquesa y naranja.

Algo, hay, en el fondo de ese cariño tan repentino que no cuadra.

Hay, algo, entre Gustavo y Ulises, que teje dudas.

Y que los otros candidatos a la alcaldía.

Mal harían si echan esto, al saco roto.

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