Sí me asomara por cada una de las ventanas, alguien plancha, la señora de José lava ropa ajena, la prima de Pedro trae su mascarilla verde. Sin quitar las cortinas ni derribar las paredes que a veces nos impiden vernos a la cara, se podría saber qué onda con aquella persona que nos interesa.
Pero me he quedado aquí sembrado en el pavimento mojado. Por donde se filtra el suelo de las calles.
Y las calles tienen ganas de explorar, dar vuelta en vez de irse derecho, pasarse un alto, chocar a dos cuadras de equivocarse, errar el camino, salir de la ciudad, volver después de muchos años, hacer las calles que lleven a los parques que son las calles por donde pasan las personas, por abajo un drenaje profundo y por arriba la vida corriendo.
Pero qué soledad la de las casas en la noche, qué arbitrario silencio destartala los ruidos y los aplaca. Las canciones en su final de abalorios son retazos, ingenuas razones, composiciones nuevas antes de componerlas.
Es desde aquí desde los techos, desde donde mejor se describe la ciudad de olvidos y de recuerdos, de triunfos y de extrañas derrotas del equipo de casa.
Los techos de las casas llevan bicicletas al otro lado del olvido, llevan pedazos de varilla, llevan tormentas desatadas, texturas en el lomo, charcos, agujeros enormes por donde se ve el cielo y las nubes negras entre la nostalgia de los abuelos.
Porque eso sí: cada miembro de la familia cooperó con sus ideas erróneas para hacer el techo con tal de contradecirse el uno al otro. El techo ahí sigue y abajo los que viven son otros gatos.
A menudo los techos de las casas cuelgan de las arañas. En palabras que nunca se dicen, el poeta escarba en el fondo de su alma, en la única esquina rota por donde alguien escapa de la noche.
Si me fuera por todos los tejados de la ciudad, no sabría decir a qué mundos iría. Porque podría ser que recorrer las casas de una por una, me llevara a un mismo lugar, a empezar de nuevo ese camino eterno de ir y volver siempre a casa. Como todos. Como podría ser la vida rutinaria de un gato.
Alguien que vive en los tejados sabe brincar entre las bardas y a los techos, es como Batman con murciélago, alguien duerme y escucha desde los tejados, ve desde ahí las torres de las catedrales de otros techos y otros edificios muy lejanos, ve la luna en la mano.
Arriba del techo han subido escorpiones, pisaron descalzos, brincaron, durmieron la mona, recordaron y olvidaron los fierros, los esqueletos, los muros del silencio, los envases de caguama, los perros que ahí vivieron, los cohetes que tronaron, los segundos y los minutos como estrellas en un pequeño charco de zancudos y de vidrios.
Los techos para entonces atajaron ya las lluvias, los sonidos extraños, los pleitos de las palomas, los diálogos de la noche de las lechuzas como una película.
A veces ciudadano nocturno, soy como el gato qué sigiloso camina y lleva las cosas al otro lado del olvido, como si al otro lado de esta oscuridad las estuvieran esperando y yo fuera el único que las miro. Como quiera soy el gato que viste brincar el tejado, como el tren de las 7 de la noche. Es temprano y poco a poco oscurece.
Sobre el techo estoy en las estrellas de luces mercuriales y mi cuerpo parpadea entre las sombras de las bardas. Anunció los sacos de cemento, los camiones que pasen, la luz en las luces que prenden y se apagan de un semáforo lejano, el sonido de un autobús, la prisa de los pasos de dos personas que pasan caminando.
Sobre el techo gigantesco soy la gárgola del teatro, de ese gran templo soy la gárgola que vuela imaginada en la sombra de un cuarto. Y otra vez soy gato en el techo de la inmensa ciudad.
Las bardas son al mismo tiempo arroyos inquebrantables, pedazos de pastel, acuchilladas lonas de una pintura clásica. Con todo y que amanezca.
Y amanece en el lomo de las casas junto a las calles. Una sombra termina por discurrir atrás de un lápiz imaginario y borra con su goma los últimos vestigios de este texto.
TENGO OTROS DATOS
RECONOCE CLAUDIA SHEINBAUM LABOR CERCANA A LA GENTE DE AMÉRICO VILLARREAL
En lo que desde Nuevo Laredo la Presidenta de todos los mexicanos anunciaba próximas visitas a Tamaulipas y más obras para el Estado, también halagó el trabajo extraordinario, dijo textualmente, que viene realizando el Gobernador Américo Villarreal Anaya, cercano a la gente.
En realidad al gobernador de Tamaulipas se le ve muy seguido indistintamente en terrenos sensibles de gran necesidad para resolver problemas prioritarios. Tal como requiere el segundo piso de la 4T. Es natural que la Presidenta se siente contenta y bien en Tamaulipas. En ello tiene que ver el apoyo de la Federación, pero también la Incansable labor de la Doctora María Santiago de Villarreal al frente del DIF Tamaulipas.
HASTA LUEGO