El PRI se ve fuerte, recupera su memoria y, mejor aún para los tricolores, cada uno de los soldados toma la responsabilidad que le corresponde en la contienda, el gobernador Egidio Torre ofrece un gobierno con sentido social y efectivo, que genere votos, el dirigente nacional, César Camacho Quiroz, asegura que Enrique Peña Nieto hará lo propio, y los operadores al mando de Ramiro Ramos Salinas muestran el músculo, le ponen alegría, y hasta se lucen en eso de aglutinar gente.
Muchos de los candidatos se notan con los pies en la tierra, Alejandro Etienne, candidato a alcalde en Victoria, saludó de mano a quien tuvo cerca, cruzo palabras, pidió el apoyo, mostro humildad y aprende a sonreír, lo mismo hizo Gustavo Torres Salinas, candidato en Tampico que estaba bien chaperoneado por Antonio Martínez Torres.
El candidato de Nuevo Laredo, Carlos Montiel, es quien más nervioso se nota quizá sea una ventaja porque al mismo tiempo es el más trabajador, el que no pretende dejar cabos sueltos.
También están los prietitos en el arroz, los que creen que con reunir a miles de personas en esa clase de eventos ya ganaron la elección, que no entienden que son solo actos de campaña que así deben ser nomás para que el pueblo sienta que ya han ganado.
Es el caso de Pepe Elías Leal, candidato a presidente municipal de Reynosa, él ya no es el mismo que te saludaba y hasta se aprendía tu nombre, hoy apenas si estira la mano, muy apenitas hace una mueca cuando te saluda y hasta comete la grosería de ningunear a su porra, hasta parece que se creyó la versión de que está ganado nomás porque en su municipio el PAN se dividió.
Lejos de esa seguridad, o soberbia, los representantes territoriales siguen haciendo amarres, saben de la dificultad de cada elección, algunos no comprenden a sus candidatos y lo dicen en lo cortito, otros saben de los problemas existentes, pero la camiseta la traen puesta al grado de hacer la promesa triunfo en tres palabras, “agüevito que ganamos”.
Lo de ayer, la toma de protesta de los candidatos a alcaldes y diputados del PRI que fue respaldada por su dirigente nacional tricolor, César Camacho Quiroz, el gobernador Egidio Torre Cantú, funcionarios de todos los niveles y órdenes de gobierno, más unas 8 mil personas, le repito, fue un evento similar a los que organizaba el PRI de antaño, ese que barría en cada elección, ese que no se acostumbraba a perder, se notó con la misma emoción, con la fuerza de un partido en el poder.
Ahora, habrá que ver como leyeron el evento cada uno de sus candidatos, si tienen la capacidad mental para entender que el movilizar gente hoy es solo una obligación, un primer paso del programa, o si sienten que esos éxitos ya están reflejados en las urnas.
Los liderazgos, por lo pronto, dejaron las cosas claras, el PRI más que ganar tiene que convencer, más que cómplices incondicionales debe tener aliados, más que regresar al pasado, el tricolor tiene que tener la fuerza necesaria para denunciar, en caso de ser necesario, a sus propios militantes que se quieran pasar de listos, pero sobre todo, no debe jugar con el electorado, debe hacer propuestas y debe hacerlas de manera responsable.
Muy clara resulta la situación, el PRI lo que requiere son personajes como su presidente Ramiro Ramos Salinas, que entiende que el principal activo de un militante es presentar ideas, defender proyectos de trabajo, incluso convencerse de que la sociedad puede tener propuestas mejores, asimilar, e ir retroalimentándose y evolucionando, pero no puede ser como algunos candidatos que ya repartieron hasta las principales carteras del futuro ayuntamiento cuando todavía no han ganado la elección, es más, cuando todavía ni los registran.
Falta mucho para la elección, quedan poco más de 50 días, en ese tiempo los candidatos habrán de verse obligados a hacer lo que les encomendó su presidente César Camacho Quiroz, demostrar que son más que promesas, y que su trabajo en territorio es real.
Lo que no deben hacer, nunca de los nunca, es caer en la tentación de sentir que ya ganaron, no deben ser como Pepe Elías que ha despegado los pies de la tierra, al contrario, deben ser como los que, a pesar de que los números dicen que están ganados, no paran de hacer esfuerzos por ser mejores, y por mostrar humildad.
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