En la enorme pantalla, Santo «el enmascarado de plata» se desgarraba literalmente las vestiduras en su lucha obsesiva en contra del mal. El mal solía ser un vampiro, un horripilante monstruo, el Dr. Frankestein, el mismo Blue Demon, villanos que acechaban desde la oscuridad de la sala cinematográfica, o las momias de Guanajuato que cobraban vida y se multiplicaban de la nada.
En el intermedio de la película se encendían las luces para que los adultos se mocharan con los refrescos y otras golosinas mientras un grupo de niños emulábamos al Santo arrojándonos desde una cuerda imaginaria contra el monstruo que apenas hacía unos instantes había sido nuestro mejor amigo.
Para los niños de entonces aquel era un mundo de juguete. Las figuritas del Santo y los demás luchadores salían por todas partes para apoyar las fantasías infantiles. Eran de plástico que podías manipular y luchar contra el cavernario Galindo, de estampitas con las que perdías o ganabas una batalla, eran grandes póster colocados en paredes de las habitaciones de los más jóvenes.
En el cuadrilátero real el rudo sacaba un hacha detrás de la oreja, golpeaba al luchador técnico con una silla de lámina, uno entre todos, el más odiado traía una ficha recogida de la arena coliseo y rasgaba la cara de su peor enemigo. Para esas fechas el público enardecido avisaba al referí que el Ray Mendoza traía ficha, pero el referí cómplice nunca se dio cuenta. Si no había sangre en la lucha el público salía desepcionado.
Ya en la calle el público y aún más los niños deseaban ver por las avenidas principales a los luchadores en sus carros de lujo, y a veces ocurría ver al Tinieblas con su señora esposa, a los tres Villanos juntos, o al Santo en su plateado vehículo.
Por más de 30 años Rodolfo Guzmán Huerta llevó en su musculosa espalda al personaje de El Santo el enmascarado de plata, siendo luchador profesional adquirió fama al protagonizar 52 películas entre los años de 1958 y 1982. En todas salió vencedor. Nunca perdió su máscara y fue campeón mundial. Junto a otros luchadores El Santo hizo que la lucha libre sea parte de nuestra cultura.
No obstante, para el público, los autos del Santo fueron una atracción más del cine de acción que siempre fueron deportivos, chicos, convertibles, monoplaza y casi todos en color blanco o plata. El auto con el que más se le recuerda es un MGA de 1962 color blanco, que usó en la película El Santo vs. las Mujeres Vampiro, siendo este film el que se convertiría en un clásico del cine de culto mexicano.
Otros autos fueron: Un Mercedes 190 sl (1956) que utilizó en el filme Santo vs. Blue Demon en la Atlántida; un Jaguar xk, en1959; Renault Alpine Sunbeam (1962); mga (1962) Santo vs los Villanos del Ring; Porsche 356 (1965); Jaguar Tipe-E (1966); Valiant Plymouth (1966) en Santo vs. Blue Demon; Santo Contra el Dr. Frankenstei, VW Karmann Ghia coupe (1974).
Nadie, no los vigilantes, ni el mismísimo cácaro del Cine Juárez se molestó por la lucha libre que de niños organizábamos sobre la extensa alfombra roja pues ahí no dolían los chingazos. Tampoco sabíamos que nos estábamos preparando para esta lucha que es la vida
Ignoro si de aquellos tiempos uno de tantos, de grande, se volvió luchador profesional pues teníamos nuestros ídolos y no pocos lo que más queríamos era ser como ellos y por mientras aplicábamos la hurracarrana, la cavernaria, la guillotina, el tirabuzón, la desnucadora, la de a caballo, el martinete, la tapatia, nos arrojabamos de la tercera cuerda, nos picábamos los ojos y era niña quien llorara después de un costalazo con olor a palomitas o de una terrible quebradora, llave favorita de El Santo «el enmascarado de plata».
TENGO OTROS DATOS
CEREMONIA DE CONMEMORACIÓN DEL 112 ANIVERSARIO DE LA MARCHA DE LA LEALTAD DEL COLEGIO MILITAR EN APOYO A FRANCISCO I MADERO
Nunca como ahora la conmemoración de la marcha de la lealtad en la cima del país había adquirido el notable significado que hoy nos ocupa.
En la ceremonia encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, acudieron las fuerzas armadas, militares, y navales del país a refrendar su lealtad a ka Presidenta de México y a la patria en un momento en el cual el corazón de los mexicanos se pone a prueba.
En el Castillo de Chapultepec conmemoramos 112 años de la Marcha de la Lealtad, histórico momento en que cadetes del Colegio Militar respaldan al presidente Francisco I. Madero rumbo a Palacio Nacional durante los sucesos que culminaron en golpe de Estado. Estas fueron algunas de las palabras de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo
«Entonces como ahora, la lealtad distingue a las y los jóvenes que defienden a su patria, así como a las actuales Fuerzas Armadas, que son pueblo uniformado, siempre dispuesto a proteger a nuestro México libre, soberano e independiente» .
HASTA LUEGO