Mamá preparaba los frijoles en hoya de barro y todos los días había, de modo que a cualquier hora quien deseara podía meter la cuchara y obtener el inmenso manjar de la cocina. Los frijoles eran en bala y solían salir solos y en no pocas ocasiones se hacían acompañar de chile del monte, huevos estrellados o revueltos, a mediodía con arroz y posiblemente en la noche con chorizo. Cuando llegaban visitas mamá les echaba agua a los frijoles.
La casa olía a frijoles a mediodía y muy a las de allá a un pedazo de bistec. Nos hablaban una sola vez para sentarnos a la mesa, veníamos de jugar a los carritos, de hacer carreteras para cruzar el patio rumbo a otras ciudades.
En aquella época pueblerina y provinciana era común ver a los niños enmascarados embarrados de la cara con frijoles negros, mientras el sol que entraba por todas partes nos iluminaba.
Aparte en una hoya más grande ponía el café y había café todo el día, no más se recalentaba, pues ya contenía azúcar y a reiniciar el cerebro. El café es y sigue siendo una parte importante de la vida en nuestro cuerpo. El espacio que ocupa el café lo ocupa también en el espíritu, en las charlas de hoy, en el aire respirado un millón de veces entre el tumulto o en la conveniente soledad en lo que un hombre escribe esto.
Mi madre no tuvo Facebook, ni siquiera celular, de modo que se concentraba en lo que hacer mientras llegaba mi padre, y no era un pasatiempo, era un trabajo en serio ese de lavar los trastes por ejemplo.
Un tiempo anduve siempre absorto, siempre a tientas, a punto de caerme pero tomado de la mano de mi madre, la veía como un farol en medio de la niebla y yo era un destello, la señal de auxilio en la tormenta.
Otro tiempo fui goleador de la cuadra, parte del escuadrón de chiquillos que hacían travesuras ingenuas, envalentonados y cobardes. Otro tiempo jugamos en la plaza cívica como se le llamaba al patinadero y me caí de hocico y fui a dar a la Cruz Roja. Por cierto mi prima Gloria se calló del columpio donde ahora hay cemento.
De aquella época quedaron cicatrices de brazos quebrados, fotos vintages de niños descalzos, vidrios rotos, banquetas correteadas y mordedura de perros. Quedó el mezquite donde hubo un columpio grandioso.
Eran tiempos de fantasmas y espantos llegando con la noche. En la televisión pasaban «La hora macabra» y no la veíamos, la escuchábamos abajo de la cobija en un agujero por donde entraba el miedo y los lamentos saliendo del campo santo, tambaleando, hasta que nos dormíamos.
Muchos años después- perdido, en que crecí como en un laberinto o encrucijada- puedo ver de lejos aquel origen de la montaña, el horizonte que estalla en carcajadas, el bullicio de casa con papá y todo.
Hace sólo un momento el sol iluminaba esta parte del cuarto, mi cuerpo era pequeño y aún en Ia inquietud del tiempo, tan simple, observo desde aquí cómo un ave alimenta su cría en el viejo árbol que creció conmigo. Afuera no hay grandes cambios, si acaso dos cuartos que se agregaron a cada casa del paisaje urbano, dos grandes torres, un bulevar que antes fue una calle que bordeaba el río y la colonia Mainero.
Es una ráfaga de jazmines, el inventario de lo que fue posible y que no anoté para escribir más exactamente este memorial de invierno, como si hubiera guardado la pluma en todo este tiempo abajo de la almohada.
Quizás la vida siga como entonces, pero para quienes crecimos no es la misma. Tampoco es que todo tiempo pasado haya sido mejor, pues como dice el libro sagrado hay un tiempo para todo. Aquel tiempo en el que fuimos felices sin saberlo… duele un poco.
TENGO OTROS DATOS
FINALIZAN TRABAJOS DE LA SÉPTIMA ETAPA DEL NUEVO HOSPITAL GENERAL DE MADERO
Esta a punto de concluir la séptima etapa del nuevo Hospital General de Ciudad Madero que beneficiará a 200 mil habitantes; con ello, el gobierno de Tamaulipas fortalece la infraestructura que da paso a los propósitos de Salud para todos.
En la séptima etapa de la construcción del Nuevo Hospital General de Ciudad Madero, se finalizaron los trabajos de equipamiento en la subestación eléctrica y el cuarto de máquinas, además de realizar las descargas de drenaje.
Al fortalecer la infraestructura hospitalaria, se beneficia a las y los ciudadanos de la zona sur de Tamaulipas. Con esto, crece nuestro estado y se beneficia nuestra gente.
HASTA LUEGO