Por la orilla del tiempo un hombre como yo se abre paso entre las pestañas y deja ver sus ojillos morosos, cristianos y desenvueltos que despiertan unos minutos antes que su reflejo. Y como hace frío un gato busca refugio precisamente en el sitio donde ahora se encuentra.
Por la orilla del camino un hombre como yo nariz por delante camina buscando el desayuno. En el asidero del día sus ojos vidriosos no escapan a la emotiva luz que esparcida es un incendio. Cada paso asegura al siguiente, un soldado cuida al otro.
Como yo se asoma recurrente. Es de los que desaparecen. En este mundo hay de todo. En cada esquina cree encontrar sus manos sobre una bola de cristal con un maletín vacío, apenas un papel con el nombre desconocido por todos y una foto en la cual no se recuerda.
Desde ahí me contemplo pensativo en el paso ríspido de mis pasos, en la soledad marcada de los zapatos sobre el hielo de los años. No puedo hablarle al hombre que frente a mi se detiene sin pronunciar palabras y que compite conmigo. Ambos perdemos si salimos por la boca y alguien escucha.
Soy mi principal sospechoso, estaba disfrazado de yo, de complexión delgado. Tengo que salir de aquí. Volví a decir después, corriendo. Correr es un decir salir por piernas, irse en corto, ponerle Jorge al niño, salir de ahí a cómo dé lugar dejando un hueco de éter con el olor característico de un hombre ausente.
Adentro de todo, en esta enorme caja suena mi corazón. Soy las dos de la tarde. ¿Y eso qué tiene? Uno desaparece, soy mi propio voluntario en un desayuno, heredé este gracioso léxico. Soy la palabra enemiga que me acusa, el falso recuerdo que me libera de mi mismo, el otro que sale de mi cuerpo a las dos de la tarde a una fiesta y vuelve a casa confundido detrás del otro como soldado raso.
Hace tiempo empecé el camino de retorno. Mis dedos se volvieron a podrir. Ya hablé conmigo mismo, ¿de cuánto tiempo estamos hablando?
Este es el río más horrendo que he visto, veamos qué más encuentro. Estoy creciendo mucho. Lo he prometido. Estoy siguiendo el adiós de mis manos.
En todos estos años qué dirían las paredes. Estos ladrillos. Como dije, sólo para entrar había que abrir una puerta y salir un par de veces.
Con la mano abierta espero la oportunidad de un saludo. Traslúcidos, los instantes hacen fechorías en personas así como yo, rufianes, baratijas de un aparador sin calle. Me encargo de gran parte del festival, exacto. A oscuras.
Hay una descarga, rebanadas de jugos, horas de hambre. La mejor berenjena es la parmesana, dicen, que tenga un buen día, se me antoja un helado de sombra, con cafetería enfrente y olvido siempre. Hay un refrigerador esperando.
Llevo libros para leer, después de eso, conozco una canción. Sé cantar fácil, sin muchos detalles.
El escenario es de madera sobre una tarima temblorosa. Recuerdo que la práctica hace al maestro y sé mantener el equilibrio bueno y sano. ¿Cómo es qué puedo dormir sabiendo que nadie saldrá herido, excepto yo? Hago eso a diario.
No es de las cosas más inteligentes que me han escuchado decir, lo digo por si al final no logro volver. La vida es un teatro de lo absurdo.
Aquí íbamos todos, pero quedo yo. Yendo siempre. Las máquinas no me dejan respirar sin la máscara. Llevo dos minutos en el olvido y un puño de pólvora. Pero he estado aquí todo el día encerrado en el mundo y a estas alturas del partido, sin una falta a mi favor, ni siquiera un penalti en contra.
TENGO OTROS DATOS
ABRIGUESE PUES CONTINUARÁN LAS BAJAS TEMPERATURAS EN TAMAULIPAS
PROTECCIÓN CIVIL ATIENDE A PERSONAS EN SITUACIÓN VULNERABLE
Derivado de las bajas temperaturas y la llovizna ligera que se registra en el centro del Estado.
Protección Civil Tamaulipas realiza recorrido en diferentes zonas de ciudad Victoria en búsqueda de personas vulnerables a las condiciones climáticas.
Se proporcionan bebidas calientes, alimento, cobijas y se le invita a la ciudadanía para que en caso de ser necesario asistan al refugio temporal que se ha habilitado en esta ciudad capital.
HASTA LUEGO