Los estudios científicos que recomiendan comer menos carne roja o procesada se acumulan. Todos coinciden es que resulta beneficioso para la salud una ingesta reducida de las carnes.

Hasta la Organización Mundial de la Salud la calificó como un alimento “potencialmente carcinógeno”, lo que generó una polémica mundial que acusó al organismo de emitir falsas alarmas y causar desinformación con la correlación entre cáncer colorrectal y consumo de carne que era equivalente a la del cáncer de pulmón y el consumo de tabaco.

Ahora, un estudio controvertido vuelve a poner en el tapete la polémica sobre el consumo de carne.

La revista ‘Annals of Internal Medicine’ ha publicado una meta-revisión de cientos estudios (con millones de participantes) realizados hasta la fecha que concluye que es un error lo afirmado por la OMS y que se precipitó en su decisión.

En el trabajo académico, firmado por 14 investigadores de las Universidades Dalhousie y McMaster en Canadá analizaron la misma evidencia que otros científicos evaluaron anteriormente. Los riesgos que reporta el estudio son, en líneas generales, los mismos que se han reportado antes, pero la interpretación de los que significan es radicalmente diferente.

Pero ¿cuáles son las controvertidas conclusiones a las que ha llegado este nuevo estudio?

1. Que no hay suficientes pruebas de la relación causa-efecto entre el consumo de estos alimentos y el aumento de la mortalidad. Llegan a tacharla de “estadísticamente irrelevante”.

2. Que, aunque dicha relación se probase, la reducción del consumo de carne no tiene un impacto relevante en nuestra salud.

3. Que no resulta riguroso establecer restricciones dietéticas teniendo en cuenta lo anterior.

“La mayoría de los consumidores de carnes rojas y procesadas ya habían reducido su nivel de consumo de las mismas, y no hay evidencia científica suficiente para insistir en que una mayor reducción tendría consecuencias positivas sobre su salud”, asegura el estudio que revisó una amplia serie de artículos internacionales sobre hábitos alimenticios.

El panel de expertos sugiere que los adultos continúen el consumo actual de carne roja sin procesar. Del mismo modo, sugiere que los adultos continúen el consumo actual de carne procesada.

“Para adultos de 18 años de edad o mayores, sugerimos continuar el consumo actual de carne roja y procesada”, afirmaron 11 de los 14 panelistas, que votaron a favor de la continuación del consumo actual de carne roja sin procesar, mientras que 3 votaron a favor de una recomendación débil para reducir el consumo de carne roja.

Resumen de evidencia de daños y beneficios del consumo de carne roja sin procesar

“Para nuestra revisión de ensayos aleatorios sobre daños y beneficios (12 ensayos únicos que reclutaron a 54. 000 participantes), encontramos evidencia de certeza baja a muy baja de que las dietas bajas en carnes rojas sin procesar pueden tener poco o ningún efecto sobre el riesgo de resultados cardiometabólicos importantes y mortalidad e incidencia de cáncer”, indicó la investigación.

Al igual que los estudios que abordan directamente la carne roja, los estudios de cohortes que evalúan los patrones dietéticos (70 estudios de cohortes con poco más de 6 millones de participantes) proporcionaron pruebas en su mayoría inciertas sobre el riesgo de resultados adversos cardiometabólicos y de cáncer.

Aunque estadísticamente significativo, la evidencia de certeza baja a muy baja indica que la adherencia a los patrones dietéticos más bajos en carne roja o procesada se asocia con una reducción muy pequeña del riesgo absoluto en 9 resultados cardiometabólicos y de cáncer principales.

Los científicos también hicieron recomendaciones separadas para la carne roja sin procesar y la carne procesada, dado el potencial de efectos diferenciales para la salud y los diferentes valores y preferencias de los miembros del público con respecto al consumo de carne sin procesar versus carne procesada.

El panel consideró la mortalidad por todas las causas, los principales resultados cardiometabólicos (mortalidad cardiovascular, accidente cerebrovascular, infarto de miocardio y diabetes), la incidencia y mortalidad por cáncer (cáncer gastrointestinal, de próstata y ginecológico), la calidad de vida y la voluntad de cambiar el color rojo sin procesar o procesado.

Voces críticas

Miguel Ángel Martínez, catedrático de Epidemiología y Salud Pública de la Universidad de Navarra, critica la metodología del estudio publicado en ‘Annals of Internal Medicine’ al decir que es utilizada habitualmente para estudiar la eficacia de fármacos, pero que no resulta igual de válida en el ámbito de la nutrición.

La Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, apuntó contra este estudio al afirmar que: “Contradice la gran cantidad de evidencia que indica que un mayor consumo de carne roja se asocia con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, ciertos tipos de cáncer y muerte prematura”.

Los científicos de Harvard critican, además, que las conclusiones señaladas más arriba hayan llegado a publicarse en una relevante revista médica, puesto que puede ayudar a “dañar la salud pública, la de los pacientes y la del planeta”.

Frank Sacks, expresidente de la Comisión de Nutrición de la Asociación Americana del Corazón, calificó a la investigación como “sumamente imperfecta”.

Para David Spiegelhalter, profesor de la Universidad de Cambridge, “esta revisión rigurosa, incluso despiadada, no encuentra buena evidencia de que reducir el consumo de carne tenga beneficios importantes para la salud”. “De hecho, no encuentra ningún tipo de buena evidencia”.

Marco Springmann, doctor de la Universidad de Oxford, afirmó que las recomendaciones «peligrosamente engañosas desestiman la evidencia científica», que, en todo caso, proviene de un «número reducido de individuos carnívoros de países de ingresos altos».

Giota Mitrou, doctor del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, señaló que «se puede poner en riesgo a la población» si la gente concluye que puede comer carne todo lo que quiera, ya que «ese no es el caso».