A Mered Medhanie los inmigrantes y refugiados que se juegan la vida al cruzar el Canal de Sicilia podían pagarle prácticamente en cualquier país europeo o africano y de las formas más diversas. La enorme infraestructura financiera internacional que gestionaba este eritreo de 35 años es para los investigadores italianos una prueba fehaciente de que se encontraba en el vértice de las redes de la inmigración a través del Mediterráneo. Después de seguirle la pista durante años, la Fiscalía de Palermo logró que Medhanie fuera extraditado en la noche del martes a Italia desde Sudán, donde fue arrestado el 22 de mayo en una operación en la que colaboró la Agencia Nacional británica contra el delito.

Los investigadores italianos cuentan con escuchas telefónicas en las que Medhanie se vanagloria de lo bien que le van los negocios, pues consigue que crucen el Canal de Sicilia decenas de miles de personas cada año. El sospechoso era incluso capaz de hacer que sacaran de las cárceles de Libia a quienes le pagaban por ello. Según contó ayer el fiscal de Palermo Francesco Lo Voi, el detenido era el jefe «de una de las más organizadas redes criminales dedicadas al tráfico de inmigrantes». El grupo comandado por Medhanie actuaba en Libia, Sudán, Eritrea, Etiopía y en varios países europeos. ‘El general’, como le llamaban sus hombres, está casado con una compatriota que cuenta con el estatus de asilada en Suecia, donde nació hace dos años el hijo de ambos. Lo Voi explicó que su arresto se produjo gracias a la cooperación judicial y policial a nivel internacional. Llama la atención la colaboración de las autoridades sudanesas y que hayan accedido a extraditar a Italia al sospechoso. Se trata de un caso sin precedentes pues no existe un tratado entre ambas naciones.

Medhanie estaba en el punto de mira de los investigadores italianos al menos desde octubre de 2013, cuando naufragó una vieja embarcación junto a la isla italiana de Lampedusa, uno de los epicentros de la inmigración en el Mediterráneo. En aquel incidente murieron al menos 359 personas, en su mayoría provenientes de Eritrea y de Somalia. Los supervivientes contaron que su organización estuvo detrás de aquel fatídico viaje. Hay interceptaciones telefónicas en las que se escucha cómo el traficante se carcajea al hablar por teléfono con alguno de sus compinches sobre estas tragedias.

 El eritreo contaba con una «gran operatividad internacional» a través de su red criminal, según Lo Voi. Tras la caída del régimen de Muamar El Gadafi en 2011, el vacío de poder que se generó en el país norteafricano se lo puso fácil para para corromper a las autoridades y a la Policía y lograr así que no detuvieran a las embarcaciones con las que su red traslada a los inmigrantes hacia el sur de Italia. A quienes realizaban el viaje desde los países de origen en África hasta el norte de Europa les cobraba entre 4.000 y 5.000 euros. Una buena parte de sus pingües beneficios habría acabado en Emiratos Árabes Unidos, concretamente en Dubái.