Desde que se propusieron teóricamente en la década de los ’60 hasta nuestros días han fascinado a los astrónomos hasta tal punto que muchos de ellos las consideran los objetos más extraños conocidos. Son las enanas marrones, una curiosa mezcla entre estrellas y planetas gigantes que superan varias veces la masa de nuestro Júpiter pero no llegan a ser tan grandes como para terminar convirtiéndose en estrellas.

Y son muy difíciles de detectar ya que sus temperaturas son muy bajas y por tanto apenas emiten luz. Su temperatura varía entre 600 y 2000 grados Celsius pero algunas son tan frías que incluso conocemos una enana marrón que podrías tocar con la mano sin quemarte.

Todavía sabemos muy poco sobre ellas pero en los últimos años nuestro conocimiento ha aumentado y ya somos capaces de identificar varios cientos de estos extraños proyectos de estrellas que se quedaron a medio camino.

Precisamente estos días la Revista Science ofrece un completo artículo titulado “Distancias, luminosidad y temperaturas de los objetos subestelares más fríos que conocemos” basándose en las observaciones del Telescopio Espacial Spitzer.

En la publicación astrónomos de la Universidad de Harvard realizan un repaso a los conocimientos que hemos adquirido en estas décadas con especial atención a los avances que telescopios como el Spitzer y el Hubble han aportado en los últimos dos años.

La mayoría de las enanas marrones que hemos podido detectar hasta el momento están relativamente cerca de nosotros puesto que se encuentran entre 20 y 50 años luz de distancia. Esta cercanía es lógica puesto que debido a su baja luminosidad es muy complicado poder observar enanas marrones que se encuentren demasiado alejadas.

Puesto que nos llega poca luz de ellas, los astrónomos han tenido que desarrollar otros métodos para poder detectarlas y sobre todo, aprovechar toda la información que su espectro nos brinda. Así por ejemplo se fijan en el litio, un elemento fundamental para poder detectar este tipo de objetos.

Las altas temperaturas de las estrellas hacen que el litio se funda junto con el hidrógeno. Sin embargo, en las enanas marrones, el hidrógeno no alcanza la temperatura y la presión necesaria para su fusión y por tanto el litio no se destruye, permaneciendo así en la enana marrón durante toda su vida. Cuando los astrofísicos buscan una de ellas, la presencia de litio en su espectro luminoso es una buena pista a seguir.

Es un campo muy interesante que nos puede ayudar por partida doble. Debido a su naturaleza híbrida, avanzar en la detección y el estudio de las enanas marrones nos puede ayudar a desvelar algunos de los misterios que aún desconocemos tanto de planetas como de estrellas… todo de una sola vez.